Blog entry by Marcelo Aptekmann

by Marcelo Aptekmann - Saturday, 30 November 2024, 1:27 PM
Anyone in the world

Las creencias no se discuten..
 pero las diferentes interpretaciones se pueden compartir

Shalom!

El próximo Domingo 8 de diciembre, la grey católica celebra la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En las Iglesias (según indica el Leccionario) leerán que el ángel Gabriel fue enviado por Di-s a Nazaret, hacia una virgen –llamada María-, desposada con un hombre llamado José.

El ángel, cuando estuvo ante ella, le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Di-s le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. (Lucas 1:30b-33).

Lo que el Evangelio de San Lucas relata es conocido como la escena de la anunciación. La humilde jovencita, llena de gracia, elegida por Dios para ser la madre de Su Hijo Jesús, según el credo católico fue también ella misma a su vez concebida sin pecado (por eso la Inmaculada Concepción de María), y se mantuvo virginalmente pura, hasta incluso durante el parto y después de parir a Jesús.

La escena de la anunciación narra cómo le fue anunciada a María la concepción de su hijo Jesús, pero lo que celebra la Iglesia Católica el 8 de diciembre es que María misma fue también ella concebida sin pecado por su propia madre, la abuela materna de Jesús. Sin discutir la doctrina de quienes creen en estas dos milagrosas intervenciones Divinas, propongo que consideremos el aspecto –también muy importante- de quiénes más intervinieron en las concepciones tanto en la de Jesús, como en la de la Virgen María.

Santa Ana, madre de la Virgen María y abuela de Jesús, era judía. Según la ley del pueblo judío (la Halajá, la misma que sigue rigiendo hoy en día) la pertenencia al pueblo judío se hereda por línea materna, y lo que se hereda del linaje paterno es la pertenencia a una u otra tribu (Levi, Judá) y a la casta sacerdotal (los Kohanim).

Por eso María, nacida del vientre de una madre judía, era también ella judía. Del mismo modo Jesús, nacido del vientre de Su madre judía, era judío. Lo mismo puede decirse de otros miembros de esa familia, como Isabel, la madre de Juan el Bautista, que pertenecía a la casta sacerdotal. Dado que ella estaba casada con Zacarías, sacerdote del Templo de Jerusalem su hijo (Juan el bautista) era de casta sacerdotal (Kohen).   

La Ley judía prohíbe a los miembros de la casta sacerdotal casarse con una mujer no Israelita, y dado que Zacarías era un sacerdote que cumplía funciones en el Templo, podemos inferir que Isabel era tan judía como toda su familia. Los Evangelios no declaran que alguno de ellos fuera de otro origen.

El paraíso nunca fue nuestro

La primera Lectura del Leccionario, que suele orientarnos sobre cómo interpretar lo que luego leeremos del Evangelio, habla de otra mujer, en cuya concepción tampoco hubo pecado: Eva.

 Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: ¿Dónde estás? Él contestó: Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí. El Señor le replicó: ¿Quién te informó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que te prohibí comer? Adán respondió: La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí. El Señor dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Ella respondió: La serpiente me engañó, y comí. (Génesis 3:9-13).

Para la tradición interpretativa cristiana, este relato del libro del Génesis se centra en la reacción de Di-s al pecado original, en el que Eva –la madre de toda la humanidad- tiene un rol protagónico, que se contrapone a la obediencia de María, la nueva Eva, en quien se cumplirá la promesa del Salvador. Sin embargo, en la tradición interpretativa judía, Génesis 3 tiene otro sentido. El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven (Génesis 3:20)

En el antiguo Cercano Oriente, las diosas madres a menudo se asociaban positivamente con un árbol de la vida y con las serpientes como símbolos inmortales de la fertilidad y la generosidad de la tierra. Por lo tanto, la historia bíblica del Edén bien puede haber comenzado siendo una inversión intencional de las creencias en una diosa madre, dadora de vida y sabiduría, al servicio de la fe en un Dios supremo masculino.

Con el paso de las generaciones, la historia de Adán, Eva y la serpiente cobró vida propia. Inicialmente, en el mundo del primer autor bíblico -y durante muchos siglos después- todavía no había manzanas, ni demonios, ni pecado original. Para aquel autor, lo que hoy vemos como “el mal” fue consecuencia de la imperfección humana. ¿De dónde nos vienen la manzana, el diablo y el pecado original, si no están en el texto bíblico? De una larguísima historia de interpretación.

En la tierra de Israel la historia del Edén no recibe muchos comentarios interpretativos hasta finales del siglo III a.C., cuando los escritores judíos (Ben Sira, Jubileos y más tarde Filón) comenzaron a analizarla para tratar de comprender qué habían hecho mal los humanos. ¿Era el deseo de los seres humanos el cual Dios desaprobaba? ¿Su desobediencia? Algunos insinuaron que el fruto era de una vid y que el pecado por lo tanto era la embriaguez. ¿Era Eva la culpable? ¿Adán? ¿La serpiente? ¿Un ángel caído?

La tierra tampoco es nuestra

En Génesis Rabá (una obra del siglo III), Rabí Chiyah sugiere que el error que cometió Eva fue que agregó algo propio a la ley, cambiándola. Di-s dice que no comamos del fruto (Gn 2:17), pero Eva le dice a la serpiente que no pueden tocar el árbol (Gn 3:3). Esta interpretación también aparece en el Talmud babilónico (Sanedrín 29a). Según el Rabino Natán (siglo VIII), la culpa no es de Eva sino de Adán. Puesto que Eva aún no había sido creada cuando Dios pronunció el mandamiento, entonces se puede suponer que ella puede haber escuchado esa versión incorrecta de boca de Adán.

Una interpretación judía de hoy en día, que enfatice la importancia de los valores en los que los seres humanos necesitamos fundamentarnos para poder ayudar a traer luz a este mundo diría que: Hashem (Di-s) nos protegió amorosamente de nosotros mismos, alejándonos del jardín, para que no obtuviéramos la vida eterna, para la que todavía no estábamos preparados. Nos salvó de: Saber qué está bien y qué está mal, pero ¡seguir viviendo por toda la eternidad actuando de todos modos según el dictamen de nuestros impulsos!

Que seamos todos bendecidos con poder recordar a tiempo que el mundo NO está ahí para nuestro exclusivo goce, porque hemos sido creados con las aptitudes necesarias para servirlo y cuidarlo. 

Shalom Shalom!!

[ Modified: Saturday, 30 November 2024, 3:55 PM ]