Domingo 24

> Segundo Paso (24/7)

Escuchamos el Evangelio, La Sabiduría de Jesús

Según la Comunidad de Lc. 11, 1-13

"Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Al terminar su oración, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» Les dijo: «Cuando recen, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. Danos cada día el pan que nos corresponde. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Y no nos dejes caer en la tentación.» Les dijo también: «Supongan que uno de ustedes tiene un amigo y va a medianoche a su casa a decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle». Y el otro le responde a usted desde adentro: «No me molestes; la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos». Yo les digo: aunque el hombre no se levante para dárselo porque usted es amigo suyo, si usted se pone pesado, al final le dará todo lo que necesita. Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta, se le abrirá. ¿Habrá un padre entre todos ustedes, que dé a su hijo una serpiente cuando le pide pan? Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará espíritu santo a los que se lo pidan!»" 

Nos quedamos un rato en silencio para que siga resonando en nosotros el Evangelio. Si quieren lo pueden volver a leer o volver a escuchar, para quedarnos contemplando al Maestro.

Reflexión:

  • Si hay algo que sigue siendo revolucionario, ayer y hoy, es la manera como Jesús se relaciona con Dios Padre y Madre. Esa relación la cultiva desde el amor y no desde el miedo. Esa manera de relacionarse lo hace ser hijo y lo hace ser hermano de todas y de todos.
  • Decimos revolucionario porque a lo largo de los siglos y hoy sigue vigente, lamentablemente, el dios castigador, el dios que te da si tu le das, el dios que te pone pruebas, que pide sacrificios y que siempre está haciendo “Su Voluntad”. Han pasado siglos y tenemos que seguir recordándonos que la voluntad de Dios es que seamos libres para amar.
  • Muchas veces el Evangelio nos dice: “Un día estaba Jesús orando en cierto lugar...”. Jesús necesita dedicarle tiempo a estar con su Dios Padre y Madre, un espacio para compartirle lo que va viviendo, para hacer silencio, para escuchar los susurros del Espíritu que lo convocaba a seguir expandiendo esta manera de vivir en y desde el amor.
  • Los discípulos y discípulas le piden que les enseñe a rezar. Jesús comunica lo que él vive, por eso nos orienta a cultivar la relación con Dios como Padre-Madre. Jesús deja atrás otras formas de nombrarlo a Dios... “el dios de los ejércitos”, “el dios aniquila a los enemigos”... y nos invita a nombrarlo como “ABBA”, Papá en arameo (la lengua materna de Jesús). Un Abba que tiene un Sueño: “venga a nosotros tu reino”. Nos invita a que nos sumemos a este sueño. Ya en esas primeras peticiones nos esta convocando a cultivar esta relación de ser hijas e hijos de Dios. En cada oración estamos cultivando la CONFIANZA porque estamos rodeados por su amor. Si confiamos nos sentimos seguros y si confiamos nos arriesgamos a más.
  • La segunda parte de su oración es una invitación a seguir cultivando la empatía, la compasión, la SOLIDARIDAD a través del pan compartido, del perdón y del ayudarnos unos a otros en los momentos que nos sentimos débiles.
  • La comunidad de lucas nos regala estas imágenes, del amigo que pide en la noche..., el padre que da... para que tengamos el coraje de insistir una y otra vez. Pero...¿Qué pedimos?. Al final nos dice: “Pidan el Espíritu Santo”. Pidamos desde la confianza y la solidaridad que intentamos vivir... para que el Espíritu Santo nos inspire gestos, palabras y decisiones oportunas y así hacernos cargo de nuestra libertad. Como dice esa sabia oración de los Alcohólicos Anónimos: “Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.
  • Y... ¿Cómo pedimos?. Hay una dimensión personal que es ineludible. Nuestro Maestro nos enseña a ir buscando la manera de cultivar esa relación personal con nuestro Dios Padre y Madre. Este Dios que es amar... necesita establecer una relación de amor con su hija, con su hijo. Y al mismo tiempo necesitamos cultivar una oración con otras y con otros, en familia, en comunidad. El plural es fundamental para las discípulas y discípulos de Jesús: “Donde haya dos o más reunidos en mi Nombre, ahí estoy” (Mt.18, 20). Por eso necesitamos cultivar esta relación con el Dios revelado por Jesús, desde el amor, desde la experiencia de la fraternidad, la sororidad. Reunirnos en Su Nombre nos ayuda a vivir su sueño, esta vocación de hacernos hermanas/os.
  • ¿Qué nos parece esta reflexión y cómo la vinculamos con lo que veníamos reflexionando?