Escuchamos el Evangelio, La Sabiduría de Jesús

Según la Comunidad de Lc. 12, 32-40

"No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó confiarles el Reino. Vendan lo que tienen y repártanlo en limosnas. Háganse junto a Dios bolsas que no se rompen de viejas y reservas que no se acaban; allí no llega el ladrón, y no hay polilla que destroce. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas. Sean como personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas llegue y golpee a la puerta. Felices los sirvientes a los que el patrón encuentre velando a su llegada. Yo les aseguro que él mismo se pondrá el delantal, los hará sentar a la mesa y los servirá uno por uno. Y si es la medianoche, o la madrugada cuando llega y los encuentra así, ¡felices esos sirvientes! Si el dueño de casa supiera a qué hora vendrá el ladrón, ustedes entienden que se mantendría despierto y no le dejaría romper el muro. Estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que menos esperan.»" 

Nos quedamos un rato en silencio para que siga resonando en nosotros el Evangelio. Si quieren lo pueden volver a leer o volver a escuchar, para quedarnos contemplando al Maestro.

Reflexión:

  • Los Maestros confirman y alientan a sus discípulas y discípulos. Por eso sintamos una vez más lo que nos dice Jesús, nuestro Maestro: “No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó confiarles el Reino”. Jesús nos dice que el Padre nos ha confiado el Reino a nosotros. Es decir: “su tesoro”, este “Sueño de hacernos herman@s”, lo puso en nuestras manos. Por eso no tenemos que temer. Dios confía en nosotros.
  • Y luego esa afirmación tan simple y tan profunda: “Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Lo que estuvimos reflexionando al comienzo. Esos sentidos profundos, nuestro “tesoro”, nos orienta, le dan sentido y vigor a nuestro corazón. Como Jesús que camina rumbo a Jerusalén, para seguir comunicando esta Buena Noticia de que todos los seres humanos somos hijas e hijos de Dios, somos iguales en dignidad, que no hay ciudadanos de primera, de segunda, de tercera y de cuarta. Este tesoro de Jesús, hoy sigue siendo revolucionario.
  • Nos parece muy claro cómo José Antonio Pagola, nos ayuda a reflexionar sobre la segunda parte del texto, vinculando el estar “atentos” con “la fe”.

“¿Dónde encontrar un principio humanizador, capaz de liberar al ser humano, de la masificación, la banalidad, el aturdimiento y el vacío interior?

Es sorprendente la insistencia con que Jesús habla de la actitud vigilante y despierta con que el hombre debe enfrentarse a la vida. Se podría decir que Jesús parece concebir la fe como una actitud vigilante que puede liberarnos de la superficialidad y el «sin-sentido» que domina a muchos hombres y mujeres que caminan por la vida sin meta ni objetivo.

Quizás los cristianos, acostumbrados con frecuencia a vivir nuestra fe como una tradición familiar, una herencia sociológica o una etiqueta más, no somos capaces de descubrir toda la fuerza que encierra la fe para humanizar, personalizar y dar un sentido, una hondura y una esperanza nueva a nuestras vidas.

La llamada de Jesús a la vigilancia nos debe ayudar a despertar de la indiferencia, la pasividad y el descuido con que vivimos con frecuencia nuestra fe.

Para vivir vigilantes esa fe cristiana, necesitamos redescubrirla constantemente, conocerla con más profundidad, confrontarla con otras actitudes posibles ante la vida, agradecerla y tratar de vivirla con todas sus consecuencias.

Entonces la fe es luz que inspira nuestros criterios de actuación, fuerza que impulsa nuestro compromiso de construir una sociedad más humana, esperanza que anima todo nuestro vivir diario”.

▪    ¿Qué nos parece esta reflexión y cómo la vinculamos con lo que veníamos reflexionando?