Una de las características de
María que me llega profundamente es verla como modelo de oración. A través del Magnificat, se percibe su inspiración en salmos de acción de gracia, y alusiones al Antiguo Testamento.
Su cántico es oración de alabanza, gratitud, adoración y entrega a Dios.
María alaba a Dios especialmente por la bondad y la fidelidad divina. Este Dios bondadoso y fiel es quien planifica su vida, quien la hace totalmente feliz, es la fuente de su alegría.
María es la Virgen orante. Va a la oración para alabar, agradecer, a reconocer la grandeza de Dios y su pequeñez.
En su oración
María reconoce como Dios ama de manera especial a los humildes, los hambrientos, los pobres. Puesta su confianza en el
Señor,
María anticipa y vive una luz fundamental del Reino: la preferencia de Dios por los débiles.
Esto se traduce en mi vida espiritual en tratar de vivir cada jornada con espíritu de oración, aprender a imagen de nuestra Madre, a reconocer a Dios, su amor, fidelidad y misericordia presente en nuestra historia.