OTRA SABIDURIA. por Marcelo Aptekmann
Hoy compartiré algunos comentarios relativos al Cantar de los Cantares y al libro de la Sabiduría.
Porqué elijo este texto?
Porque, según el Leccionario, se leerá una parte del libro de la Sabiduría este próximo domingo en las iglesias, y el día anterior, sábado 22 de Julio, se leerá un fragmento del Cantar de los Cantares. Mi esperanza es responder a un par de interesantes preguntas que me han llegado a este blog, y mostrar un poco de la sabiduría en la tradición interpretativa judía.
La tradición interpretativa cristiana es, vista desde una perspectiva judía, cristocéntrica y desjudaizante. Al leer el así llamado “Antiguo Testamento” pone el interés en encontrar allí las profecías y anuncios de la futura venida del Mesías (=cristocéntrica) y desconoce el significado que esos escritos tienen desde la perspectiva del pueblo judío (desjudaizante).
Ambos aspectos tuvieron importancia entre los siglos II y IV, para definir la identidad religiosa del cristianismo naciente y separarlo de su matriz judía. La persistencia de esa tradición interpretativa privó a la interpretación cristiana de las fuentes y sabiduría propios del pueblo judío. Además, contribuyo a la enseñanza del desdén por lo judío, que se propagó hacia la religiosidad popular y de esta al antijudaísmo.
Quien tiene fe no tiene porqué temer perder su fe. Espero que estos comentarios le sirvan a los cristianos amigos del pueblo judío, dándoles recursos provenientes de la espiritualidad y sabiduría vinculadas a nuestra tradición interpretativa, para que en cuanto cristianos puedan explorar de otros modos libros como el “Cantar de los Cantares” .
¿Porqué dije antes : “el así llamado Antiguo Testamento”? Los cristianos tienen el derecho de llamar a sus sagradas escrituras como fuere, pero aclaro que a mi personalmente “Antiguo” me suena a perimido, superado. Además, un “Testamento” es lo que ha dejado alguien en previsión de su inminente e inevitable desaparición. Resulta que yo no doy por muerto ni agonizante al pueblo judío, ni considero perimidas las leyes y sabiduría que según nuestra tradición interpretativa nos aportan nuestras sagradas escrituras.
También podrían denominarlos Primer Testimonio y Segundo Testimonio. En fin, la versión judía de vuestro “Antiguo Testamento” la denominamos Tanaj. Esta palabra se construye con las iniciales de los nombres de las tres partes en que se acostumbra a dividir el Texto. Tanaj = T(orá) + N(eviím) + J(etuvím), que son respectivamente los cinco libros de la instrucción, de Moisés + Los profetas + Los escritos predominantemente sapienciales.
¿Cómo interpretamos un texto del Tanaj al reflexionar sobre cómo se vincula con otro? Tomemos por ejemplo el “Cantar de los Cantares”, que es uno de los libros de la sabiduría. La interpretación tradicional cristiana entiende que se refiere al vínculo de amor entre el Altísimo y la Iglesia. Esta es una interpretación muy espiritual y ciertamente muy válida.
De hecho, muchos judíos hacen suyo un pensamiento paralelo al cristiano: entienden que ese libro es una alegoría al amor entre El Creador y el pueblo judío. Pero ¿Cuándo nos pondremos de acuerdo en reconocer cada uno la legitimidad del amor del otro y que el Cantar es una referencia al amor del Todopoderoso por todo Israel (entendiendo que Israel está constituido por los judíos y los cristianos, juntos, pero no revueltos)?
Antes de que los soldados romanos destruyeran el Templo, cada año los judíos celebraban tres peregrinaciones hacia Jerusalem. Según los Evangelios, tanto Jesús como varios miembros de su familia (y los apóstoles) participaron de esas peregrinaciones. En cada una de ellas sea leía, tanto la liturgia pública como en privado, uno de los libros bíblicos llamados de Sabiduría.
Los judíos de hoy en día, continuando con esa práctica ya establecida en los días de Jesús, leemos nuestra versión del “Cantar de los Cantares” durante la festividad de Pésaj (que en el calendario está cerca de las Pascuas cristianas). En la festividad de Shavúot (que coincide aproximadamente con la fecha de Pentecostés) leemos “el libro de Rut”, y en la festividad de Sucot leemos Eclesiastés.
En la liturgia judía, cada uno de estos libros se lee completo. Es difícil descubrir el sentido profundo de un libro si solamente se leen pequeños fragmentos del mismo, acompañados de la lectura de otros fragmentos de otros libros. Esta forma de leer (según la liturgia cristiana) tiene sentido si ese fragmento armoniza con la interpretación que institucionalmente se quiere que prevalezca. El resultado es que pareciera como si el Cantar de los Cantares esencialmente solamente dijera: “Encontré el amado en mi alma”.
Pero “El Cantar de los Cantares” puede ser interpretado también de otras maneras, especialmente si se lo compara con los otros dos libros sapienciales leídos durante las festividades de peregrinación.
Es este un libro extrañamente ajeno al resto de la Biblia. Es un canto de amor que no hace referencia al Creador, a sus sagradas escrituras, ni a la experiencia histórica del pueblo de Israel o del pueblo judío. Se dedica solamente al vínculo íntimo entre dos personas jóvenes: un muchacho y una jovencita, ambos en tránsito hacia la adultez.
El Cantar explícitamente trae una visión de un amor sexual. Sus protagonistas no están casados: ella todavía vive en la casa de su madre (8:2), bajo el control de sus hermanos (1:6). Él dice de ella que es su Kaláh -su novia- (4:8 ;5-1), pero reflejando un anhelo mas que la realidad. Cuando el quiere hablar con ella tiene que acercarse –al amparo de la noche- a escondidas hasta la casa de ella (2:9 ; 5:2). Cuando él parece desaparecer, ella sale desesperada, de noche, a buscarlo en la ciudad (3:1-4 ; 5:6)
Es cierto que se menciona la boda de Salomón (3:7-11), y muchos han interpretado que se refiere a la boda de los protagonistas del libro. Pero la pareja sigue sin estar casada durante el resto del libro. La pareja no está ni siquiera comprometida, y ella declara que desearía que su amor fuese públicamente reconocido (8: 1-2).
Eclesiastés también habla del amor y de su poder, igual que El Cantar. Dice que hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo para la paz y un tiempo para la guerra (Ec 3:8). El Cantar, por su parte, afirma algo comparable a lo que enseña Eclesiastés cuando dice que: si un hombre ofreciese toda su riqueza para ser amado, ganaría risas de burla. (Cantar 8:7)
El Cantar de los Cantares y Eclesiastés pueden ser leídos juntos, como dos caras del problema del propósito de la vida. Eclesiastés afirma que todo –aún el amor- es volátil, fugaz, y sin embargo El Cantar sostiene que el amor es tan poderoso como la muerte. ¿El Cantar responde a Eclesiastés? ¿El otoño es una respuesta a la primavera?
El amor es una cosa complicada, cuyas diversas dimensiones no se manifiestan todas al mismo tiempo y que no puede definirse desde una sola perspectiva. De una manera sutil y sofisticada, las tres festividades judías de peregrinación tienen su libro especial -cada una el suyo- sobre el amor. Cada una sobre una etapa diferente del amor.
El Cantar de los Cantares, así como se lo lee durante el sábado de la semana de Pesaj, es sobre el amor en cuanto Pasión. Los amantes son jóvenes. Nada de matrimonio, ni hijos, ni responsabilidades. No piensan en el mañana ni en otras personas, están obsesionados uno con otro, deseosos de reencontrarse en cuanto las circunstancias los separan un poco.
No está mal que un amor comience así, porque este modo de comienzo puede ayudar a un cimiento perdurable para una relación profundamente transformativa.
En Sucot narramos otra historia de amor: el que vivenciamos en la vejez y en la sabiduría. Eclesiastés es fácilmente interpretado como un tratado dedicado a la desilusión. Esa idea se funda en una errónea traducción de uno de sus vocablos y conceptos centrales: “Jével”, que suele traducirse como vanidad (de allí vanidad de vanidades), futilidad, falta de propósito, lo que lleva a los lectores a pensar que su autor considera que la vida no tiene propósito ni sentido alguno.
Hevel significa breve, fugaz, como un hálito. El tema del libro es la brevedad de la vida en este mundo. Comienza con su autor buscando la felicidad en la filosofía, el placer, la risa, la acumulación de riquezas, las moradas suntuosas y llenas de placeres sensuales. Descubre que nada de todo eso puede vencer a la muerte. Los objetos tal vez perduren, pero no perduran las vidas de sus propietarios. La sabiduría tal vez sea eterna, pero aún así: los sabios mueren.
Podemos derrotar parcialmente a la muerte no mediante la búsqueda de una inmortalidad en este mundo, sino por la alegría que el Eclesiástico descubre que no reside en lo que poseemos sino que reside en lo que se comparte. No trascendemos en aquello en lo que ponemos nuestro dinero, sino allí en dónde damos de nosotros mismos. La trascendencia reside en el trabajo y el amor: “Disfruta de la vida junto a la mujer que amas, todos los días de esta fugaz vida que te ha sido dada bajo el sol (Ec 9:9)
Así es la última estación del amor, que evoluciona de pasión alegría existencial: la alegría de estar con quien amas. Pero el camino de la juventud a la vejez pasa por la madurez.
El libro de Ruth, que en la liturgia judía se lee en Shavúot, trata del amor en cuanto lealtad. La lealtad de Ruth a su suegra Naomi, de Boaz hacia Ruth y hacia la heredad de su familia. Nos habla del amor como una forma de dar. Comienza con muerte, angustias y ausencia de hijos, pero culmina con un matrimonio y un hijo. Habla del poder del amor para redimirnos de la soledad y la angustia.
Habla de las cosas de las que no habla el Cantar: matrimonio, continuidad, y ser leales a los que viven y a los que fueron (Ruth 2:20). Porque en la tradición judía esa también es una parte significativa del amor, porque nosotros no somos solamente nosotros mismos, somos parte de una cadena viviente de generaciones, cada generación, un eslabón.
El mensaje esencial de la sabiduría judía no está contenido en uno solo de estos libros, sino en la combinación de los tres. El erotismo es la energía que le da su poder transformativo al amor y hace que se dirija hacia otro ser. La alianza que transforma el amor en un compromiso de lealtad hacia la satisfacción y plenitud de otros seres es la que abre la puerta a que nuevas vidas sean invitadas a festejar la creación. Finalmente: El amor sedimentado en aprender a no pisarnos los cayos mientras incansablemente ensayamos la coreografía de la cotidianeidad en convivencia.
Es estrecho el sendero que lleva a que el amor sea alegría, a pesar de todo. La palabra alegría solamente aparece dos veces en el cantar de los cantares, ni una sola vez en el libro de Ruth, pero 17 veces en Eclesiastés.
El amor en cuanto pasión; el amor como matrimonio y procreación y continuidad; el amor como la alegría sedimentada a pesar de todo. Son estas las tres etapas del amor, asociadas a tres festividades, en tres estaciones del año. El Cantar en primavera, Ruth en la época de la cosecha, y luego Eclesiastés en el otoño, que nos conduce a volver a comenzar otro ciclo cuando nos aconseja: “Recuerda a tu Creador en los días de tu juventud” (Ecc12:1).
Un Feliz y Bendecido Domingo