Cambiar de dirección y volverse, por Marcelo Aptekmann
Este Domingo 24 de Septiembre en las Iglesias leerán: ¡Que dejen los impíos su camino, y los malvados sus malos pensamientos! ¡Que se vuelvan al Señor, nuestro Dios, y Él tendrá misericordia de ellos, pues Él sabe perdonar con generosidad! (Isaías 55:7). Y también leerán: Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros. (Mateo 20:17).
Estos dos textos –desde el punto de vista de la tradición interpretativa judía- están íntimamente ligados entre sí de una manera que quiero comentar aquí, porque un judío desde su judaísmo puede descubrir en las palabras de Jesús aspectos que a veces se le escapan al cristiano. Ambos aluden a lo que el judaísmo rabínico hoy en día denomina: Baalei Teshuvá.
Según el tratado Talmúdico Pirkei Avot, el fundamento de la Teshuvá precedió a la misma Creación (descripta en Génesis 1). Hacer Teshuvá es cambiar de dirección y volverse hacia nuestro Creador. Constituye un requisito fundamental del cual depende la salvación (tanto colectiva como individual).
Cada Teshuvá es única, pero se pueden distinguir cuatro pasos 1: arrepentimiento (auto-reconocimiento de los errores cometidos) 2: cese de la conducta indebida. 3: admisión sincera y humilde ante otros de cuál es el error que se ha cometido. 4: Cambiar y proceder bien. En estos días que están entre Rosh Ha Shaná y Yom Kipur, los judíos reflexionamos sobre nuestros errores y cómo hacer Teshuvá.
Quien hace una Teshuvá, mas que declararse culpable y pedir perdón, cambia de conducta y hace lo que esté a su alcance para reparar las consecuencias de lo que reconoce en su conciencia que ha sido su error. Por eso la Teshuvá es considerada superadora de los conflictos no resueltos por la polaridad culpa/perdón.
Para ilustración tenemos la narración bíblica del reencuentro de José con sus hermanos. José demuestra que sabe perdonar a los que lo vendieron como esclavo, pero Judá logra algo aún mayor que renunciar a la venganza y perdonar un mal que le han hecho. Logra hacer su Teshuvá.
Para la interpretación bíblica que hace el profesor Yoel Ben Arieh, según la Teología de los dos caminos, aquí se juega un punto clave: ¿Porqué la Alianza Sinaítica entre Di-s y las 12 tribus del pueblo de Israel sigue sin ser revocada para los descendientes de Judá (es decir: para los judíos)?
Judá fue responsable de que José fuera vendido como esclavo, cuando les dijo a sus hermanos: "¿Qué ganaremos si matamos a nuestro hermano y cubrimos su sangre? Vengan, vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él; Después de todo, él es nuestro hermano, nuestra propia carne y sangre". Sus hermanos estuvieron de acuerdo. (Génesis 37:26-27).
Pero cuando se reencuentran con José, ante la perspectiva similar de dejar a Benjamín como esclavo, procede de una manera muy diferente. Él dice: "Déjame quedarme como esclavo y deja a mi hermano libre". (Génesis 44:33) Eso es arrepentimiento perfecto, y la actitud de Judá es lo que impulsa a José a revelar su identidad y perdonar a sus hermanos.
La Torá ya había insinuado el cambio de Judá en un capítulo anterior. Habiendo acusado a su nuera de quedar embarazada por una relación sexual prohibida, él es confrontado por ella con evidencia de que él mismo es el padre del niño, y su respuesta es que declara: "Ella es más justa que yo" (Génesis 38:26). Esta es la primera vez que vemos a un personaje bíblico admitir que procedió mal.
Años más tarde, él, que propuso vender a José como esclavo, se ha convertido en alguien dispuesto a pasar el resto de su vida en la esclavitud, con tal de que su hermano Benjamín pueda salir libre, y que su padre no sufra. (Génesis 44:33).
Es de aquí que en la tradición farisea y rabínica aprendemos que un humano que hace una auténtica Teshuvá es superior a un individuo perfectamente justo (ver en el Talmud: Brachot 34b). Judá –por el mérito de su Teshuvá- es el antepasado de los reyes de Israel, mientras que José –bueno y Justo- es solamente un virrey, segundo después del Faraón.
Después del episodio del becerro de oro, con el correr de los siglos, todo el pueblo de Israel pecará. Los del reino del Norte, descendientes de la tribu de José y de otras 9 tribus, serán desparramados por los Asirios. Los de Judá conservaron el recuerdo de sus hermanos del Norte, esperando que algún día volvieran, y luego ellos mismos fueron llevados al exilio por los babilonios. En babilonia, los Judeos se arrepentirán, harán su Teshuvá y finalmente regresarán a la tierra santa
… Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. (Deut 30: 4-6).
Es la promesa de Deuteronomio 30, recibida antes de la separación del pueblo de Israel en dos reinos (el de Judá y el de Israel). Esa promesa sigue vigente, aún para los descendientes de los desarraigados habitantes del reino del Norte, que perdieron su etnicidad Israelita, se mezclaron con otros pueblos y se volcaron a otros cultos, a las creencias de otros pueblos.
Según la teología de los dos caminos, No es para ellos el retorno a la fe y tradición de Israel. Para ellos es, en cambio, el magisterio de Jesús, el camino de la fe en Jesús. ¡Él no vino sino para las ovejas perdidas de la casa de Israel y también para los gentiles que se unan a ellos!
Esta manera de entender el magisterio de Jesús no contradice lo que expresa uno de sus discípulos judíos en el siguiente fragmento de una de sus epístolas (que se leerá en las Iglesias el sábado 23 de Septiembre).
la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer en su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A Él sea el honor y el poder para siempre! Amén. (1 Tim 6, 13-16)
El retorno hacia Di-s puede ser por dos caminos. Uno es el camino del obrar según las normas y preceptos de la tradición judaica. Es una forma de Teshuvá. Pero nuestro creador no nos creó por necesidad, sino por Gracia. Por Gracia ha concedido otro camino de Teshuvá, de retorno al seno de Su Alianza, a los descendientes de quienes después de romperla, la olvidaron: es el camino de la fe en Jesús.
Para unos y otros, por ambos caminos, aplica que Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros.
¡Bendecida y Feliz semana!