El Diezmo, por Marcelo Aptekmann
Doloridos, aún horrorizados por lo sucedido cuando los terroristas ingresaron masivamente a Israel el pasado 7 de Octubre, volvemos esta semana a la intención original de nuestro blog, que es leer desde una perspectiva no des-judaizada lo mismo que se lee en la misa en las iglesias.
En la misa del domingo 22 de Octubre se leerá de Isaías 45: Así dice Dios a su ungido, a Ciro,. Bueno, resulta que en la versión judía de la Biblia lo que dice Isaías es “Así dice Hashem a Ciro, el Mesías. Es que la palabra hebrea mashíaj, que la Biblia cristiana traduce aquí como “ungido”, en hebreo quiere decir tanto: “Mesías” como también “ungido”.
Para la tradición judía (en la época de Jesús ,y hoy en día) un Mesías es un ser humano, como cualquier otro, pero no un ser a la vez humano y divino, hijo unigénito de Dios, nacido de un parto virginal. La palabra hebrea Mesías se refiere a un ser humano “ungido”.
El concepto judío de Mesías, no tiene que ver con todos esos desarrollos propios del credo cristiano, que son absolutamente válidos y respetables. El Mesías -en la tradición judía- es simplemente un ser humano especial, caracterizado por su tarea mesiánica y por haber sido ungido por un sacerdote.
La tarea propia, específica de un Mesías, es conducir al dispersado pueblo de Israel de regreso a Jerusalén y ayudar a la reconstrucción del Templo. Eso es exactamente lo que hizo el rey Ciro de los persas. Que para los cristianos de hoy la función del Mesías sea redimir espiritualmente a toda la humanidad, no lo discuto. Solamente digo que no es lo que entendían y esperaban los judíos de entonces.
Tanto es así, que entre los pioneros del sionismo (el movimiento político que convocó a todos los judíos del mundo a retornar a la Tierra Santa) había muchos que siendo totalmente seculares y no creyentes decían de manera irreverente que ellos mismos eran colectivamente el mesías (ya que estaban cumpliendo con la función mesiánica de restituir el pueblo judío a la tierra de Israel).
Este 22 de octubre también se leerá de Mateo 22:15 a 21 los versículos de “dad al César lo que es del César”. El texto del Evangelio dice que los fariseos se confabularon para hacerle caer a Jesús en una trampa, y que le enviaron a varios discípulos junto con unos herodianos.
Entre esos fariseos de los que a menudo hoy hablan mal los cristianos esta
ban los fundadores del judaísmo rabínico. La palabra fariseo viene del hebreo parushim, que quiere decir: opositores. Todos los que -de diversas maneras- se oponían al grupo de sacerdotes asociados a la dinastía herodiana y al establishment del poder formaban parte del amplio movimiento conocido colectivamente como los “parushim” (opositores). Eso incluiría –desde una perspectiva histórica no desjudaizante- a los apóstoles, y también a Jesús mismo.
La pregunta que le hicieron quería decir: ¿debemos pagar impuestos a nuestros opresores Herodianos, y a sus amos Romanos? Es una pregunta originariamente formulada entre judíos, en ausencia de gentiles, pero que pocas décadas mas tarde adquirió un significado fundamental para el destino de la Iglesia de los gentiles.
En la época de Jesús todo adulto que se considerase judío debía contribuír anualmente con una moneda (de medio Shekel) al mantenimiento del Templo de Jerusalem. Después de que en el año 73 (unos 40 años después de que crucificaron a Jesús) las tropas Romanas arrasaron el Templo, el emperador Romano Vespasiano impuso un nuevo impuesto.
Este nuevo impuesto, denominado fiscus judaicus, obligaba a todos los judíos a pagar una suma mayor al antiguo diezmo, pero destinada a la reparación y mantenimiento del Templo de Júpiter Capitolino –el principal centro de la antigua religión Romana-. El nuevo impuesto debían pagarlo también las mujeres y los niños y siguió cobrándose aún después de finalizada la reparación del Templo Romano.
Aproximadamente en el año 90 el emperador Domiciano amplió el fiscus Judaicus a los convertidos al judaísmo, e incluso a los que ocultaban que eran judíos y también a los que observaban costumbres judías o vivían como judíos.
Fue en esa época que los cristianos dejaron de lado la Didaché, el manual de conducta de las primeras comunidades de gentiles, que enseñaba a regirse por ciertos valores morales similares a los de los judíos, a respetar el sábado e incluso a consumir alimentos con respeto por algunos de los preceptos tradicionales judíos.
El fiscus judaicus fue impuesto inicialmente en un momento en el que los cristianos no eran todavía una religión separada del pueblo judío. En la época de Domiciano comenzó la primer des-judaización activa del cristianismo, cuando todavía había muchos judíos que se consideraban judíos Y discípulos de Jesús y confiaban en que pronto retornaría –resurrecto- para llevarlos de vuelta a Tierra Santa a reconstruír el Templo de Jerusalem.
El proceso de des-judaización de la cristiandad continuó, favoreciendo el desarrollo autónomo y autárquico de la teología cristiana y del pensamiento religioso de la cristiandad, por caminos diferentes de los de la judeidad. Además del credo, la des-judaización también contribuyó a gestar la tradición interpretativa propia de la cristiandad, tan diferente de la tradición interpretativa judía.
Que tengan una bendecida y feliz semana!
Recuperado el aliento, después del horror de lo sucedido cuando los terroristas ingresaron masivamente a Israel, volvemos esta semana a la intención original de nuestro blog, que es leer desde una perspectiva no desjudaizada lo mismo que se lee en la misa en las iglesias.
En la misa del domingo 22 de Octubre se leerá de Isaías 45: “ Así dice Dios a su ungido a Ciro”. Bueno, resulta que en la versión judía de la Biblia lo que dice Isaías es que Ciro es el Mesías. La palabra hebrea mashíaj, que la Biblia cristiana traduce aquí como “ungido”, en hebreo quiere decir justamente eso: “Mesías”, o también “ungido”.
¿Un general tiene una tarea, un sacerdote tiene una tarea, un rey tiene una tarea? Un mesías también tiene una tarea. La de conducir al dispersado pueblo de Israel de regreso a Jerusalén y de conducir la reconstrucción del Templo. Eso es exactamente lo que hizo el rey Ciro de los persas. Que para los cristianos de hoy la función del mesías sea redimir espiritualmente a toda la humanidad, no se discute.
Esos fariseos de los que tan a menudo hablan mal los cristianos hoy, son los predecesores del judaísmo rabínico. La palabra fariseo viene de parushim, que quiere decir: opositores. Todos los que -de diversas maneras- no estaban de acuerdo con el partido de los sacerdotes asociados a la dinastía herodiana y al establishment del poder Romano, eran “parushim” (opositores). Eso incluye a los apóstoles, y a Jesús mismo.