La circuncisión de Jesús, por Marcelo Aptekmann
Este Domingo 31 de Diciembre se leerán en las Iglesias varios fragmentos bíblicos, entre los que se encuentra Gén 15:1-6. Este texto, que narra el nacimiento de Isaac, es tan central en la liturgia de este Domingo, que el nacimiento y circuncisión de Isaac reaparece en la segunda lectura, Hebreos 11,8 que asocia a Isaac con Jesús, y luego también lo hace en el Aleluia.
Finalmente, en el Evangelio de Lucas se lee cómo José y María llevaron al niño Jesús –pocos días después de su circuncisión- al Templo de Jerusalem, para consagrar al niñito. Todos estos textos tienen que ver con la importancia que en la espiritualidad judaica tiene la circuncisión, y por eso elijo resaltar este aspecto de todos los textos que he mencionado. Además, a su vez indican la importancia que la circuncisión de Jesús tuvo para la cristiandad temprana.
El leccionario narra que ya en el Templo, José y María encontraron a Simeón, que tomó en sus brazos al pequeño Jesús y reconoció en Él a la luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel. También Ana, hija de Fanuel, vió al niño y habló de Él a todos los que esperaban la redención de Israel.
Cada una de estas lecturas gira en torno a la circuncisión de Jesús, que a su vez está asociada a la de Isaac. Todo varón judío debe ser circuncidado al octavo día de vida (si su salud lo permite). Así sucedió con Isaac, y también con Jesús, según lo refiere Lucas 2, 21. Desde sus inicios, la Iglesia católica celebraba cada Primero de Enero la festividad de la circuncisión de Cristo, que desde 1960 fue reemplazada por la celebración de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios.
Cuando alrededor del año 80 el emperador romano decretó que el impuesto que se les cobraba a los judíos por el solo hecho de ser judíos (el Fiscus Iudaicus) sería cobrado también a los gentiles que vivieran entre judíos y respetando las costumbre judías, las comunidades cristianas de gentiles comenzaron a deponer muchas de sus tradiciones de origen judaico y a diferenciarse activamente de su matriz judía.
Entre otras cosas comenzaron a ver la circuncisión como algo ajeno a la tradición cristiana, y resignificaron –a posteriori- el correspondiente dictamen del Concilio de Jerusalem. Ese concilio, mediante el Decreto Apostólico, había dictaminado que no es necesario que un gentil estuviese circuncidado para permitirle que ingresase a la comunidad cristiana. Después del año 80, la naciente comunidad de los cristianos gentiles atribuyó retroactivamente a ese dictamen inclusivo el sentido de un primer acto de diferenciación activa entre judaísmo y cristianismo.
El acto de la circuncisión es un rito que tiene un profundo significado para el pueblo judío. En primer lugar, es un hito vital que marca la entrada del recién nacido en la comunidad. ¿Pero qué iba a significar la circuncisión de Cristo para la des-judaizante tradición interpretativa del cristianismo de los gentiles? Lo que quedó fue la festividad del primero de Enero (ahora abolida en el catolicismo) y la adoración de los Santos Prepucios, las únicas reliquias hechas de partes del cuerpo de Jesús.
Después del Concilio Vaticano II, el énfasis puesto por la Iglesia Católica en las reliquias ha disminuido notablemente, principalmente por la decisión de la Santa Sede de relegar muchas reliquias de larga tradición a la categoría de "leyenda pía". En el caso del Santo Prepucio, se ha tratado de minimizar su antigua importancia, argumentando que el interés por esta reliquia en particular podía deberse a una 'curiosidad irrespetuosa'. El papa Juan XXIII cambió la denominación de la fiesta de "Circuncisión del Señor" a "Día de la Octava de Navidad", pero conservó la lectura del Evangelio que cuenta la circuncisión de Jesús.
Para los libros de historia han quedado los acalorados debates teológicos medievales acerca de si el prepucio se quedó en el mundo terrenal –después de que Cristo ascendiera al cielo- o si subió con Él. En todo caso el Santo Prepucio de Calcata (Italia) siguió siendo expuesto públicamente por las calles de la ciudad cada primero de Enero, con motivo de la fiesta de la circuncisión, hasta que fue robado en 1983.
Hay otra festividad, también vinculada a la judeidad de Jesús, que para los cristianos de hoy también está perdiendo el último eco de su inicial voz judaica, para dar lugar a la idea de un Jesús menos particularmente judío y mas universal. Me refiero a la festividad de los Santos Inocentes, que recordaba a los niños judíos de Betlehem, asesinados cuando las tropas Romanas intentaron asesinar al bebé Jesús.
Los pesebres son tranquilos e idílicos. Sin embargo, la historia de los reyes magos que trajeron regalos al recién nacido Jesús, ambientada en la época del rey Herodes, muestra los temas de rivalidad política, violencia y la muerte que desde un comienzo atravesaron la vida y el magisterio de Jesús. La historia de la natividad prefigura y refleja el relato del rechazo del tan esperado Mesías davídico, e incluso en esta historia temprana ya podemos escuchar los sonidos y ver los símbolos de la crucifixión a manos de los romanos.
La historia que Mateo narra sobre los reyes magos parece desarrollarse en la época del rey Herodes el Grande (72-4 a.E.C.), quien fue nombrado "Rey de los judíos" por el Senado romano a instancias de Marco Antonio en el año 37 a.E.C., varias décadas después de que el general romano Pompeyo capturara Jerusalem, poniendo fin a la dinastía Hasmonea y a la independencia del pueblo de Israel.
Escrito al menos setenta años después de la muerte de Herodes, el evangelio de Mateo cuestiona la legitimidad de Herodes, para establecer a Jesús como el futuro líder de los judíos. Lo que los reyes magos están declarando es que alguien, que no es Herodes, es verdaderamente el rey de los judíos. De hecho, el niño ha nacido rey a diferencia de Herodes, que fue nombrado por potencias imperiales extranjeras.
El Evangelio de Mateo dice que: Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. ¿Toda Jerusalem? Aquí el Evangelio no refleja la realidad histórica: Herodes era tan impopular entre los habitantes de Jerusalem (aparte de la camarilla de colaboracionistas que era leal al rey), que la noticia del nacimiento de un aspirante judío a la corona de Herodes, habría causado gran alegría. Basten como ejemplo Simeón y la anciana Ana, la hija de Fanuel.
"Toda Jerusalén", en el evangelio según San Mateo, se refiere a la clase dominante, a los que tienen un interés en el poder del statu quo pro Romano. Además, la narración pronto establece una oposición entre Jerusalem, la sede del poder romano en Judea, y Belén, la ciudad natal de David.
Que tengan un Feliz y Bendecido año 2024!!