Shalom.

La liturgia del Domingo 25 de Febrero, IIª Domingo de Cuaresma, comienza con la lectura (Génesis 22) que narra cuando el patriarca Abraham se dirige a la región del monte Moriá y levanta un altar, dispone la leña y ata las manos de Isaac, en lo que parecería que iba a ser un sacrificio humano pero que termina siendo una prueba de fe. Según la tradición judía (y también según la islámica) se trata del mismo sitio donde mucho mas tarde fue construido el Templo de Jerusalem.

Continúa el Leccionario con un fragmento del Salmo 115, que dice Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo Su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalem. Caminaré en presencia del Señor ... Que es otra referencia al Templo de Jerusalem (los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalem), al sitio en el que estaban los altares de sacrificios.

Antes de llegar a las lecturas correspondientes a la Transfiguración, el Leccionario nos lleva por otra referencia a los sacrificios (que solamente se hacían en el Templo), a través de que Romanos 8 dice que Di-s no escatimó (sacrificar) a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.

Luego el Leccionario nos a acerca a la escena de la Transfiguración, con la lectura un versículo: Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre: “Este es mi hijo amado; escúchenlo” (Mateo 17:5). Este versículo invita a considerar que el significado primordial de la Transfiguración es: expresar la identidad divina de Jesús, segunda persona de la Trinidad.

Cuando a continuación leemos la Palabra de Marcos (9: 2-10), la presencia de Elías y Moisés parecería entonces indicar a los apóstoles que Jesús es la voz de Di-s, y que se le debe escuchar a Él, ya que supera las leyes de Moisés en virtud de su divinidad y relación filial con Di-s. En este contexto, la aparición de Moisés y Elías parecería ser meramente para testimoniar la continuidad y cumplimiento de las promesas divinas. En síntesis: Esencialmente, La Transfiguración anuncia la verdadera naturaleza de Jesús como Hijo de Di-s y Mesías, la que será luego confirmada por Su resurrección.

¿Pero, si este es el sentido fundamental de la Transfiguración, cuál es entonces la conexión con todas las lecturas previas que, como recién hemos visto, aludían o referían a los sacrificios en el Templo de Jerusalem? O para decirlo de otro modo: ¿Qué tiene que ver la transfiguración con el Templo de Jerusalem? Veamos que nos responde el Evangelio.

Marcos (9:2-10): Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a un monte alto. A la vista de ellos se transfiguró completamente. Incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, de una blancura que nadie puede lograr en este mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con JesúsPedro entonces dijo a Jesús: 'Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía, porque estaban asustados. En eso se formó una nube que los cubrió y desde ella llegaron estas palabras: “Éste es mi Hijo amado, escúchenlo”.

En este fragmento del Leccionario del 25 de Febrero aparecen varios elementos que también se encuentran reunidos en la narración (Éxodo) de la construcción del santuario portátil, que albergaría la divina presencia y las tablas del Decálogo. No es solamente la aparición de Moisés, sino que en el Evangelio también Jesús asciende a un monte (como Moisés ascendió al Sinaí) y se le transforma y vuelven relucientes el rostro y la ropa, como le había sucedido a Moisés (Éxodo 34: 29-30). También los acompañantes de Jesús se asustan ante Su resplandor, como antes le sucedió al entorno de Moisés (Éxodo 34:30).

Pero además, la nube que cubre el sitio donde están Jesús y su pequeña comitiva es reminiscente de la nube que cubrió el Tabernáculo de la reunión (Éxodo 40:34) llenando el lugar de la gloria de Di-s. Por otra parte la propuesta de Pedro, de construir tres chozas es para mí una alusión a la festividad de Sucot, la fiesta de los tabernáculos, durante la que los judíos moramos durante una semana en chozas, para recordar las vivencias junto a Moisés, en el Sinaí.

Estas alusiones a la construcción del santuario portátil surgen al leer el Evangelio teniendo en mente las sagradas escrituras, la liturgia y la cosmovisión de los interlocutores (judíos) de Jesús. En la conexión con la festividad de Sucot posiblemente estuvo el primer significado que tuvo la narración de la Transfiguración de Jesús para los primeros discípulos judíos, que todavía no conocían su naturaleza divina y por lo tanto no interpretaban Su Palabra en función de esa doctrina.

¿Y qué tiene que ver la festividad de Sucot –presente en la Transfiguración-con el magisterio de Jesús y con los sacrificios en el Templo de Jerusalem? Para entender esto, es necesario considerar que, en los días de Jesús, el movimiento Fariseo se oponía política y litúrgicamente a la dinastía Herodiana y al uso político que esta hacía del Templo, con la anuencia de una parte de la casta sacerdotal.

El segundo Templo fue reconstruido en varias etapas, a lo largo de varios siglos. La fase final de la reconstrucción del Templo de Jerusalem fue emprendida por Herodes, que con obras faraónicas como esa pretendía justificar su legitimidad como “rey de los judíos”, mientras se sostenía en el poder por la fuerza de las armas romanas.

Juan el Bautista fue uno de los cabecillas del enfrentamiento fariseo contra los descendientes de Herodes y las tropas romanas. También en esto anunció el camino que Jesús seguiría. La construcción y montaje del Tabernáculo/Tienda de Reunión (mishkán) recibe una cobertura muy amplia en el Libro del Éxodo, que no pierde la oportunidad de recordar a sus lectores la portabilidad del mishkán.

Treinta y siete versículos en Éxodo tratan sobre las varas y barras y los anillos que los mantienen en su lugar. Diez de estos versículos especifican que el propósito de las barras es llevar el accesorio al que están unidos. El transporte del mishkán y lo transitorio de su estructura  son temas recurrentes (Éxodo 40:36-38).

Di-s, creador del universo, nunca pidió que le construyéramos un gran Templo para tener allí Su vivienda. Cuando indicó que hiciéramos una choza transportable, Su Palabra fue:  Y me harán santuario, y habitaré en ellos. (Éxodo 25:8). No dijo que habitaría en "eso" (el Tabernáculo, la choza), sino en "ellos", es decir, en todos y cada uno de nosotros.

En los días de Jesús, durante la festividad de Sucot, en el Templo de Jerusalem se ofrecían sacrificios por todos los otros pueblos del mundo, incluyendo a los que tal vez ni siquiera conocían el culto judaico. Cuando Sus primeros discípulos (judíos) oyeron la narración de cómo fue la Transfiguración –por ejemplo de boca de San Pedro- seguramente entendieron que había allí una declaración de antagonismo hacia el Templo, con firmeza pero discretamente, insistiendo en el valor de un culto no ligado a instituciones del poder, practicado en lugares sencillos como el Mishkán, entendiendo que Di-s no mora en los altares sino en nuestros corazones.

Ese antagonismo NO tenía que ver con dar por caducada la Alianza del Sinaí, ni el decálogo, ni las leyes de Moisés. Era rechazar el uso que la dinastía herodiana –y parte de la casta sacerdotal- daba al Templo, poniéndolo al servicio de someter al pueblo judío al yugo del imperio romano. Es el mismo antagonismo que llevó a Jesús a enfrentarse a los mercaderes del Templo y a Juan el Bautista a morir decapitado por órdenes de Herodes Antipas.

Que tenga una feliz y bendecida semana

Shalom Shalom

Last modified: Monday, 19 February 2024, 8:36 PM