“Nadie se sienta extranjero”
Contemplamos nuestra vida |
- Hacemos explícito que nos reunimos en Su Nombre alrededor de esta mesa.
En el Nombre de nuestro Dios Padre-Madre, del amor incondicional del Hijo y del Viento siempre nuevo del Espíritu. Amén.
- Le pedimos a la poesía y a la música que despierten nuestro corazón a través de la canción: “La mesa” de Peteco Carbajal.
- Cantemos, recemos con esta canción, imaginando a Jesús en este Jueves Santo, que hacemos memoria de aquella última cena, despues de decirles a sus discípulos y discípulas: “He deseado ardientemente celebrar esta Pascua con ustedes”... les canta esta canción.
LA MESA
Peteco Carabajal
Quiero una mesa de cedro hermano. Hermano carpintero
a donde coman mis hijos, hermano el pan bendito y eterno.
O puede ser de algarrobo, hermano o de madera de sueños
Para que sueñen mis hijos, hermano en largas noches de invierno.
Yo quisiera que en mi mesa nadie se sienta extranjero
que sea la mesa de todos territorio del encuentro.
Que sea mesa de domingo, mesa vestida de fiesta
donde canten mis amigos esperanzas y tristezas.
Quiero una mesa bien fuerte, hermano, hermano carpintero.
Mesa de casa paterna, hermano de esas que aguantan el tiempo.
Mesa de quedarse solo, hermano y de llorar en silencio
de olvidar ingratitudes, hermano y soñar con el regreso.
Tiempo personal:
- Imaginate a Jesús cantando esta canción, diciéndoles y diciéndonos por ejemplo: “Yo quisiera que en mi mesa, nadie se sienta extranjero, que sea la mesa de todos, territorio del encuentro”
- ¿Qué te provoca?; ¿Qué te hace pensar, sentir?
- ...
- ¿Qué te provoca?; ¿Qué te hace pensar, sentir?
- Si nuestro Maestro, Jesús vive así “la mesa”...
- ¿Qué confirma de mis “mesas” y a qué me desafía?
- ...
- ¿Qué confirma de mis “mesas” y a qué me desafía?
Reflexión:
- Leonardo Boff nos ayuda a comprender el sentido de “la mesa” en su reflexión sobre “la comensalidad”, donde “nadie se sienta extranjero”.
“Comensalidad significa comer y beber juntos alrededor de la misma mesa. Ésta es una de las referencias más ancestrales de la familiaridad humana, pues en ella se hacen y se rehacen continuamente las relaciones que sostienen la familia.
La mesa, antes que a un mueble, remite a una experiencia existencial y a un rito. Es el lugar privilegiado de la familia, de la comunión y de la hermandad. En ella se comparte el alimento y con él se comunica la alegría de encontrarse, el bienestar sin disimulos, la comunión directa que se traduce en los comentarios sin ceremonia de los hechos cotidianos, en las opiniones sin censura de los acontecimientos de la crónica local, nacional e internacional.
Los alimentos son algo más que cosas materiales. Son sacramentos de encuentro y de comunión. El alimento es apreciado y es objeto de comentarios. La mayor alegría de la madre o de quien cocina es notar la satisfacción de los comensales.
Pero debemos reconocer que la mesa es también lugar de tensiones y de conflictos familiares, donde las cosas se discuten abiertamente, se explicitan las diferencias y pueden establecerse acuerdos, donde existen también silencios perturbadores que revelan todo un malestar colectivo.
La cultura contemporánea ha modificado de tal forma la lógica del tiempo cotidiano en función del trabajo y de la productividad que ha debilitado la referencia simbólica de la mesa. Ésta ha quedado reservada para los domingos o para los momentos especiales, de fiesta o de aniversario, cuando los familiares y amigos se encuentran. Pero, por regla general, ha dejado de ser el punto de convergencia permanente de la familia. La mesa familiar ha sido sustituida lamentablemente por el fast food, comida rápida que sólo hace posible la nutrición, pero no la comensalidad.
La comensalidad es tan central que está ligada a la propia esencia del ser humano en cuanto humano. Hace siete millones de años habría comenzado la separación lenta y progresiva entre los simios superiores y los humanos, a partir de un ancestro común. La especificidad del ser humano surgió de forma misteriosa y de difícil reconstrucción histórica. Sin embargo, arqueólogos llaman nuestra atención sobre un hecho singular: cuando nuestros antepasados antropoides salían a recolectar frutos, semillas, caza y peces no comían individualmente lo que conseguían reunir. Tomaban los alimentos y los llevaban al grupo. Y ahí practicaban la comensalidad: distribuían los alimentos entre ellos y los comían grupal y comunitariamente.
Así, la comensalidad, que supone la solidaridad y la cooperación de unos con otros, permitió el primer salto de la animalidad en dirección a la humanidad. Fue sólo un primerísimo paso, pero decisivo, porque le cupo inaugurar la característica básica de la especie humana, diferente de otras especies complejas (entre los chimpancés y nosotros hay solamente un 1,6% de diferencia genética): la comensalidad, la solidaridad y la cooperación en el acto de comer. Y esa pequeña diferencia marca toda la diferencia.
Esa comensalidad que ayer nos hizo humanos, continúa todavía hoy haciéndonos siempre de nuevo humanos. Por eso, importa reservar tiempos para la mesa en su sentido pleno de la comensalidad y de la conversación libre y desinteresada. Ella es una de las fuentes permanentes de renovación de la humanidad hoy globalmente anémica”
- Esta reflexión, ¿Qué me provoca?, ¿Qué me hace sentipensar?
Escuchamos el Evangelio, La Sabiduría de Jesús |
- Vamos ir contemplando algo de lo que fue pasando en aquella “última cena”. Nos comparte la comunidad de Lucas:
-“Llegada la hora, Jesús se puso a la mesa y les dijo: « He deseado ardientemente celebrar esta Pascua con ustedes...»
- Sintamos nuevamente estas palabras de Jesús, nuestro Maestro. Hoy te dice, nos dice: “He deseado ardientemente celebrar esta pascua con ustedes...”. Como sabemos en esa mesa había discípulos y discípulas, todos muy diversos con una vocación común, según Jesús: “Todos y todas hijas e hijos amados por Dios, por eso hermanos y hermanas”. Esto que decimos rápidamente, significa borrar un montón de “fronteras” que hay en el corazón humano. Solo pensar que había un “publicano, como Mateo que había servido al imperio Romano y al mismo tiempo un Zelote, un revolucionario, como Judas Iscariote, sentados en la misma mesa.
- Jesús trabajó mucho para que se despierte en ellos y ellas esa “comensalidad” de solidaridad y cooperación que habita en cada ser humano. Los miedos nos hacen levantar “fronteras” que nos separan, por cuestiones culturales, económicas, religiosas, políticas y mucho más. “El temor” nos ayuda a protegernos y a cuidarnos pero “los miedos” generan en nosotros esa dinámica que divide nuestro corazón entre “amigos y enemigos”. Jesús hizo y hace todo lo posible para que despertemos esa otra lógica que es de Dios: “Herman@s-Herman@s”.
Sigamos contemplando esa mesa, esa “última cena” según la comunidad de Lucas.
-“Luego comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. Jesús les dijo: « Los reyes de las naciones las gobiernan como dueños, y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el más importante entre ustedes debe portarse como si fuera el último, y el que manda, como si fuera el que sirve ».
- Parece increíble que en plena última cena estén discutiendo sobre “quién era el más importante”. Otra vez los miedos. ¡Cómo nos cuesta reconocer ese don de Dios que nos habita y ofrecerlo al estilo de Jesús!, para servir. Nos gana la envidia, los celos, la competencia, el orgullo y mucho más. Nos cuesta reconocer el don que habita en el otro y generar esa “unidad en la diversidad” por un proyecto mayor, que es poner en práctica el Reino, el Sueño de Dios viviendo la fraternidad, la sororidad, viviendo el servicio.
- Por eso además de estas palabras... hizo el gesto que gracias a la comunidad de Juan podemos recordar y aprender de nuestro Maestro.
Nos comparte la comunidad de Juan
-“Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos, y luego se los secaba con la toalla que se había atado. Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: « ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo ».
- Recordamos lo que hemos dicho otras veces. Todos estaban en ese “primer nivel”, todos sentados en la misma mesa, para la comensalidad. El “segundo nivel”, se inclina y lava los pies. Jesús toda su vida puso sus talentos al servicio: alentó, sanó, abrazó, anunció y mucho, mucho más. Por último, se levantó, “tercer nivel” y les dice: “ustedes deben lavarse los pies unos a otros”. Jesús guía, se pronuncia. Jesús es coherente, es autor de su propia vida, por esa habla con autoridad. El secreto de nuestro Maestro es que se mueve por los tres niveles: “Igualdad”, “servicio” y “guía” todo el tiempo. Y nos invita a hacer lo mismo.
Por último contemplemos lo que nos recuerda la comunidad de Mateo:
-“Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados”.
- Jesús nos convoca a vivir “la comensalidad”, esa que habita hace más de 7 millones de años en nuestra humanidad... ese Sueño de Dios de ir aprendiendo a hacernos hermanos y hermanas sirviéndonos unos a otros... “donde nadie se sienta extranjero”. Se trata de poner toda nuestra pasión, nuestro cuerpo y nuestra sangre, nuestra fragilidad y nuestra vitalidad para seguir gestando y pariendo “mesas” que “sean territorio del encuentro. Que sean mesas de domingo, mesas vestidas de fiesta, donde todos y todas cantemos esperanzas y tristezas”.
- ¿Esta reflexión, esta contemplación a qué te invita?
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- ...
“Dejarnos abrazar por Dios que es AMAR”. |
- Miremos nuestra mesa. Esta donde estamos reunidos. Contemplándola teniedo en cuenta todo lo que venimos descubriendo y reflexionando, volvamos a escuchar la canción, imaginando que Jesús la canta con nosotros: “La mesa”.
- Si necesitamos, comentemos lo que nos despierta ahora la canción a partir de todo lo que venimos rezando.
- A partir de todo lo que venimos reflexionando los invitamos a hacer una oración aun más explícita. Traemos al corazón diferentes situaciones que están resonando en nosotros, lo que esta pasando en nuestra familia, en nuestro lugar, nuestro país, en la humanidad, con nuestra madre tierra…
- Después de un rato de silencio.
- Dejamos que brote una oración de acción de gracias… de petición… de perdón…
- Tambien, como nos pasa siempre… empezamos a traer la vida de los que estan frágiles, los que están enferm@s… aquell@s que han fallecido, que han vivido su pascua.
- Junto con Jesús que nos enseña a vivir amando, rezamos juntos: “Padre-Madre nuestro...”
- Para terminar recemos junto con Francisco esta oración que nos regaló en su carta “Fratelli Tutti”, para seguir creando mesas “donde nadie se sienta extranjero”, despertando en nosotros “la comensalidad y el servicio”.
ORACIÓN AL CREADOR
Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos
con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra,
para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas.
Amén.
Que Jesús podamos ponerle el cuerpo a esta oración.
Estamos contentos de poder ofrecerles esta celebración.
L@s abrazamos Federico cp, Gilberto cp y Carlos cp
Les proponemos para seguir profundizando... |
1- Nos ayuda mucho escuchar “UN TAL JESÚS”. Les recomendamos escuchar en esta semana santa, desde la entrada de Jersusalén: Nº 106 “Viva el hijo de David” hasta el final el Nº 144.
2. JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Si ponen en google “Comentarios bíblicos de José Antonio Pagola” se van a encontrar con sus reflexiones sobre los textos del domingo. Para cada domingo tiene varias homilías porque son de diferentes años.