EL PODER DE LA PALABRA.
Amanda Adriana Arimayn. Arquitecta
Arieh Sztokman. Rabino
En este próximo Shabat 20 de abril de 2024 del calendario gregoriano, 12 de Nisán de 5784 del calendario hebreo, leemos en la Tora la parashá Metzorá Levítico 14 y 15.
La parashá que leeremos esta semana se llama “Metzorá” y se ocupa de las afecciones que sufría el ser humano en su cuerpo como así también en su ropa, en su casa y demás elementos y cuál era el ritual que debía cumplir para purificarse.
La pregunta que hicieron nuestros maestros fue: ¿Por qué ocurría ello?
Y las respuestas que dieron fue que las erupciones se generaban principalmente por hablar mal, lo que en hebreo se llama “lashon ra”, ello como consecuencia de entender que de la palabra metzora se podía deducir “motzi” “hara” “hablar mal de otro”
Como pudimos ver en la parashá Tazria, que hemos leído la semana pasada, los sabios identificaron a tazra’at – la condición que afecta a la piel humana, las vestimentas y las paredes de las casas – no como enfermedad sino como advertencia; y no por cualquier pecado sino por uno específico, lashón hará, el hablar mal de otro.
El Poder de las Palabras
Mediante palabras Dios creó el universo: “Dijo Dios “Haya luz, y hubo luz” (Genesis 1:3)
A través de las palabras Él se comunicó con la humanidad, el lenguaje en sí es sagrado.
- Es por eso que lashón hará, el uso del lenguaje para dañar, no es una ofensa menor.
- Significa tomar algo que es sagrado y utilizarlo con fines no santos.
- Es una señal de profanación.
Después de crear el universo, el primer regalo de Dios al hombre fue el de poder usar palabras para denominar a los animales, y de ahí el uso del lenguaje para clasificar.
Ese fue el comienzo del proceso intelectual que es la señal distintiva del Homo Sapiens.
Cuando Dios buscó frenar el plan de los hombres de Babel de construir la torre que llegara al cielo, simplemente “confundió su lenguaje,” haciendo imposible la comunicación entre ellos.
El lenguaje sigue siendo fundamental para la existencia de los grupos humanos. Por lo tanto, el primer principio del lenguaje es que es creativo.
Creamos mundos con palabras
Podemos decir “TE AMO”
Dios habló. Le habló a Adam, a Noe, a Abraham, a Moisés.
En la revelación en el Monte Sinaí, Moisés les recordó a los hijos de Israel: “El Señor les habló desde el fuego. Escucharon el sonido de las palabras, pero no había ninguna imagen; sólo una voz” (Deuteronomio 4: 12).
Las palabras constituyen el vehículo de la revelación.
Profeta es el hombre o la mujer que oye y enuncia la palabra de Dios.
El lenguaje nos permite comunicarnos con otros y compartir con ellos nuestros temores, alegrías, esperanzas, amores, planes, sentimientos e intenciones.
El lenguaje nos permite transmitir nuestra interioridad a otros.
Está en el corazón mismo del vínculo humano.
Se comprende que el mal uso o abuso del lenguaje para sembrar sospecha o disenso no solo es destructivo. Es sacrílego.
Es tomar algo sagrado, la capacidad humana de comunicar y de esa forma juntar alma con alma, y usarla con los fines más maliciosos, para dividir alma de alma y destruir la confianza de la cual dependen las relaciones no coercitivas.
El lenguaje es la base de la creación, de la revelación y de la vida moral
Es el aire que respiramos como seres sociales.
De ahí la afirmación en Proverbios (18: 21): “El poder de la muerte y la vida está en la lengua”.
De la misma manera, en Salmos: “Cualquiera sea el que ame la vida y desee ver muchos días buenos, que guarde su lengua de la maldad y su boca de la mentira” (Salmos 34: 13-14).
Hay una serie de preguntas: ¿Cómo pueden los seres humanos finitos conectarse con un Dios infinito? ¿Cómo pueden conectarse unos con otros? ¿Cómo puede haber cooperación, colaboración, acción colectiva, familias, comunidades y nación sin el uso coercitivo del poder? ¿Cómo podemos construir relaciones de confianza? ¿Cómo podemos redimir al ser humano de su soledad? ¿Cómo podemos crear la libertad colectiva de tal forma que la mía no pueda ser conseguida a costa de la tuya?
La contestación es: mediante las palabras, palabras que comunican, palabras que unen, palabras que honran al Otro Divino y al otro humano. Cuando hablamos despectivamente de otros y los disminuimos, nos disminuimos a nosotros mismos y dañamos la ecología misma de la libertad.
Nunca tomes livianamente al lenguaje, nos da a entender la Torá
Pues fue a través del lenguaje que creó Dios el mundo natural, y a través del lenguaje creamos y sostenemos nosotros el mundo social.
Es tan esencial para nuestra supervivencia como el aire que respiramos.
Una ofensa puede hacer más daño que un cachetazo.
El ser humano es el único ser vivo sobre la faz de la tierra que ha recibido el “don de la palabra” como regalo de Dios, gracias a ello podemos hablar, por lo tanto, debemos ser cuidadosos con Su regalo y hablar bien, es decir debemos pensar antes de hablar para que nuestras palabras se transformen en bendiciones y no en maldiciones, que puedan dañar a otro.
Como se dice popularmente “pon tu cerebro en funcionamiento antes de poner tu lengua en movimiento”.