La Trinidad en el contexto judío y cristiano, por Marcelo Aptekmann
El Domingo 26 de Mayo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, se lee del Evangelio según San Mateo que: … los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban… (Mateo 28:16). Los discípulos directos de Jesús, lo veían, resurrecto, y ¿dudaban?
¿Pero por qué no dudarían? Su lealtad a la misión de Jesús no era incompatible con que dudasen, especialmente si lo que veían era ¡increíble! La primera lectura de este domingo muestra a Moisés explicándole al pueblo de Israel que todos los milagros que habían presenciado desde la salida de Egipto ¡realmente habían sucedido!
Pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? Deuteronomio (Deut 4:32-34).
¿Por qué Moisés le recordó al pueblo de Israel los milagros que Di-s hizo y que ellos vieron? ¿No fue para que superasen sus dudas? Y para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que tu Di-s te da para siempre (Deut 4:40).
Una comparación de Jesús con Moisés está implícita en todo el Evangelio de Mateo. Ambos son rescatados en su infancia. Moisés ayunó cuarenta días (Deut 9:9) y también Jesús ayuna cuarenta días (Mateo 4:2-4). En la parte del Evangelio que se lee este Domingo Jesús da Sus últimas instrucciones a Sus discípulos desde lo alto de un monte, tal como antes lo hiciera Moisés (Deut 32:48).
Pero ahí termina la comparación. Jesús, en el Evangelio de Mateo, ve a todos los reinos del mundo y los guía hacia la patria celestial, mientras que Moisés solamente avizora a Canaán, la futura patria terrenal del pueblo de Israel. Moisés es un ser humano, un profeta, que se encuentra con la divina presencia –la Shekinah- tanto en la zarza ardiente como en el tabernáculo.
En Mateo, Jesús es concebido por el Espíritu Santo (1:18), es el hijo de Dios cuya Divina Presencia se manifiesta a través de su iglesia (18:20). Siendo el hijo de Di-s en la tierra, Jesús no solamente supera el magisterio de Moisés, sino que además reemplaza al Templo en cuanto lugar de la localización física de la divina Presencia –la Shekinah-.
El Evangelio de Mateo, escrito a fines del siglo I -tras la destrucción del Templo de Jerusalem- muestra cómo los miembros (judíos y gentiles) de la comunidad de Mateo reemplazaron conceptualmente al Templo por la persona de Jesús. Hubo otros (el judaísmo rabínico) que para lidiar con el trauma social de la catástrofe nacional mantuvieron vivo el recuerdo y vigente la memoria de lo que habían sido el culto y la Divina Presencia en el Templo, en la esperanza de que algún día serán restablecidos.
La Divina Presencia (Shekinah), la Sabiduría Divina, que en el Libro de los Proverbios funciona como una especie de mediador entre nuestro Creador y nosotros; y el Espíritu (Rúaj, también traducible como viento en Génesis 1:2) de Di-s, son algunos ejemplos de las alegorías de los atributos de Di-s con las que la Biblia describe, en lenguaje humano, lo que excede a la comprensión de la mente humana.
Cuando leemos en Mateo que Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; … (Mateo 28:16 20), estamos frente a una temprana formulación de lo que será la doctrina cristiana de la Santísima Trinidad.
La idea de una trinidad, hecha de alegorías de algunos de Sus atributos, que se presentan como una unidad conceptual, ya fue parte del pensamiento judío desde antes del nacimiento de Jesús. El filósofo y político judío (de cultura helenista) Filón de Alejandría, décadas antes de nacer Jesús, escribió (en griego) un comentario a la Biblia (en su versión helenista, la de los 70) en el que interpreta muchos de sus elementos como alegorías. Su obra influyó en los autores cristianos del siglo II, pero no en el pensamiento del judaísmo rabínico.
Hasta mediados del siglo II la doctrina de la Santísima Trinidad no tuvo gran difusión entre la grey cristiana, y Hechos de los Apóstoles no llega a mencionar que fuera invocada en los bautismos (Hechos 2:38). En San Pablo se puede encontrar una formulación emparentada con la de Mateo (2 Cor 13:13). Pero no en los otros Evangelios.
Jesús les dice que hagan discípulos a todas las naciones. La cristiandad de los gentiles interpretó que, aunque inicialmente Su magisterio no estaba dirigido sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:6), Sus palabras de despedida significaban que se ampliaba su futuro campo de acción hacia todos los pueblos, incluyendo al pueblo judío (traumatizado por la derrota militar y destrucción del Templo).
La cristiandad de los gentiles, veía al pueblo judío casi aniquilado y aferrado con pasión al recuerdo de un Templo arrasado. No comprendió que era una necesidad vital para la identidad de ese pueblo aferrarse a la esperanza de algún día volver a ponerse de pie en el lugarcito en el mundo en el que serás feliz tú, y tus hijos después de ti y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Di-s, te da para siempre. (Deut 4:40).
Pensaron los gentiles que los judíos no veían a Jesús y a Su iglesia como reemplazo del Templo por obstinarse en el error. La idea de Mateo de una trinidad de atributos divinos, alegoría de la diversidad de Sus atributos, en el pensamiento judío quedó para la historia del período helenista.
Para el cristianismo, la misma idea fue evolucionando hasta llegar a ser una doctrina central al credo, cuya exacta formulación pasó a ser dogmáticamente sostenida, excluyendo toda posible duda.
Así es como, con el correr de los siglos, la peregrina idea de la Trinidad, nacida del lado judío de la frontera, prosperó del lado cristiano de la divisoria de aguas, pero perdió la ciudadanía del pueblo en el que nació.
Ojalá que nuestro Creador abra nuestros corazones, para que unos y otros podamos ver Su semejanza en nuestros hermanos de todos los pueblos y andemos juntos Sus caminos de Paz.