“En lo pequeño habita tanta inmensidad”
Contemplamos nuestra vida |
- Hacemos explícito que nos reunimos en Su Nombre alrededor de esta mesa.
En el Nombre del Dios Padre-Madre, de Jesús el Hijo y del viento simpre nuevo del Espíritu Santo. Amén.
- Deseamos que la poesía y la música despierten y templen nuestro corazón a través de la canción: “De la misma orilla” de Humberto Pegoraro.
CANCIÓN DE LA MISMA ORILLA
Humberto Pegoraro
Por el camino de la Tierra Prometida es la canción un río grande como mar,
un chamamé volando en pájaros pintados, un Paraná Guazú abrazando el Uruguay.
Vamos juntando puñaditos de justicia haciendo pueblo, sembrando un mundo mejor,
con la ternura y la pasión de esa muchacha que con sus manos en las tuyas despertó.
¡Miren las flores y los pájaros al vuelo! ¡En lo pequeño habita tanta inmensidad!
En el Misterio del Amor nada se pierde. La misma orilla es el Principio y el Final
La danza alegre llama alrededor del fuego, la ronda abriga una esperanza que alumbró,
por tantos que dieron su vida, cual ramitas y hoy son memoria ardiente en nuestro corazón.
Porque esta vida, al fin y al cabo, es un regalo que nos sorprende y nos desborda más y más, envuelta en un papel de tiempo es un ratito, una semilla preñada de eternidad.
Tiempo personal:
- El poeta nos dice: “En lo pequeño habita tanta inmensidad”. ¿En qué cosas concretas crees que “en lo pequeño habita tanta inmensidad?
- Te invitamos a nombrarlas.
- También afirma: “En el misterio del amor nada se pierde”.
- ¿A qué experiencias concretas personales, familiares, comunitarias, sociales te remite esta afirmación?
- Si te parece, lo podes escribir.
- Te proponemos compartirlo. Si estas sol@, lo podes hacer después.
Reflexión:
- Al final de la canción el poeta dice: “Porque esta vida, al fin y al cabo, es un regalo que nos sorprende y nos desborda más y más”. Y... tiene razón, si hay algo que nos ofrece la vida, si estamos abiertos, es que nos sorprende más y más. Estamos hablando de “esas sorpresas” que tienen “sabor agradable” y también las que “son amargas”, porque todas “esas sorpresas” pueden ser una oportunidad para crecer. Aprender a recibir la vida como viene y al mismo tiempo ponerle nuestra impronta, nuestro huella original, ese es el desafío.
- Para eso es muy importante cultivar “los ojos de asombro”. Etimológicamente significa “sin sombra”, se trata de esos momentos transparentes, donde todo se hace diáfano, todo es claridad. Muchas veces son solo instantes y otras veces se prolongan más. Lo cierto es que nos permiten percibir que la vida es un regalo, que nos trasciende y que “envuelta en un papel de tiempo es un ratito, una semilla preñada de eternidad”, como recién cantamos.
- Tambien es cierto que paradojalmente, tenemos que estar muy atent@s, con una “mirada crítica-lúcida” frente a lo que va pasando. Hay tanta injusticia, hay tanta mentira, tanta desinformación, tanto negacionismo, que necesitamos mirar en profundidad, ir más allá de lo que yo necesito. Amplificar la mirada, caer en la cuenta de las causas que estructuralmente generan el hambre de pan y de abrazos. Una mirada lúcida, también para caer en la cuenta de cuántas “señales de vida” ya están entre nosotros y cuántas “promesas” estan latiendo en medio de nuestra realidad.
- Es una decisión ir “juntando puñaditos de justicia, haciendo pueblo, sembrando un mundo mejor”, alentados “por tantos que dieron su vida, cual ramitas, y hoy son memoria ardiente en nuestro corazón”.
- Vayamos al encuentro de Jesús, el Maestro que sabe que “en lo pequeño habita tanta inmensidad” y que “en el misterio del amor, nada se pierde”.
- Esta reflexión, ¿Qué me provoca?, ¿Qué me hace sentipensar?
Escuchamos el Evangelio, La Sabiduría de Jesús |
Según la Comunidad de Marcos 4, 26-34
“Jesús dijo además: «Escuchen esta comparación del Reino de Dios. Un hombre esparce la semilla en la tierra, y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos. Y cuando el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
Jesús les dijo también: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué comparación lo podríamos expresar? Es semejante a una semilla de mostaza; al sembrarla, es la más pequeña de todas las semillas que se echan en la tierra, pero una vez sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas del huerto y sus ramas se hacen tan grandes, que los pájaros del cielo buscan refugio bajo su sombra.» Jesús usaba muchas parábolas como éstas para anunciar la Palabra, adaptándose a la capacidad de la gente. No les decía nada sin usar parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”
Nos quedamos un rato en silencio para que siga resonando en nosotros el Evangelio.
Reflexión:
- El domingo pasado vimos cómo los familiares de Jesús decían que “estaba loco” y las autoridades religiosas que vinieron desde Jerusalén decían que estaba “endemoniado”. Además muchos lo seguían solamente porque recibían el beneficio de la sanación pero no llegaban a comprender que se trataba de un cambio de vida.
- Jesús hablaba del “Reino de Dios” y había muchas interpretaciones. Algunos esperaban un “mesías guerrero” que iba a sacar a los romanos para instaurar el reino de Israel, otros que sería un “gran sacerdote” o un “gran juez”, etc. La mayoría lo entendía desde la lógica de los reinos e imperios de turno, que imponen su poder. Jesús les hablaba y practicaba otra manera de relacionarnos desde el amor.
- Jesús cultiva esa “mirada atenta, lúcida” para percibir lo que estaba pasando y al mismo tiempo con “ojos de asombro” es capaz de ver en lo pequeño tanta inmensidad, por eso inventa estas parábolas para hablar de una manera sencilla y profunda del Reino, de ese “Sueño de Dios” que ardía en su corazón y está convencido que está latente en toda la creación. Se trata de despertarlo y ponerle el cuerpo a ese sueño, al estilo de Jesús.
- Un discípul@ de Jesús necesita confiar en la fuerza de la semilla, confiar en la madre tierra porque “ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo”. Cultivar la confianza en que a Dios no se le fue la Vida de las manos, que Dios está todo el tiempo trabajando por este Sueño de que haya vida pero vida en abundancia. Así como la Madre Tierra todo el tiempo está buscando ser fecunda. Jesús nos invita a confiar que Dios Abba, Padre y Madre esta siempre presente, como el aire que respiramos.
- Carlos Bravo Gallardo sj traduce la segunda parte de este texto de esta manera:
“Y les decía también: ‹‹¿Con qué compararían ustedes el Reino de Dios?. ¿Con qué ejemplo lo expondremos?. ¿Con el de un ejército poderosísimo, el de un gigante, el de grandes cantidades de oro?. Pues yo creo que se parece más bien a un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra es la más pequeña de todas las semillas que hay, pero una vez sembrada, crece y se hace la más grande de las hortalizas y echa ramas suficientes como para que bajo su sombra puedan anidar los pájaros››. Un arbusto de mostaza nunca será un árbol grande; lo importante es que, a pesar de su pequeñez, esconde una fuerza de vida incapaz de detenerse. Su eficacia no es la del poder que se impone sino la de la vida y el amor que se ofrecen”.
- Jesús está convencido que “en lo pequeño habita tanta inmensidad” como en “el grano de mostaza” o cuando dice: “miren las flores y los pájaros al vuelo”. Y... al mismo tiempo nos convoca a trabajar, a sembrar, a luchar, a entregar lo mejor de nosotros cada día, como lo hace la semilla, porque “en el misterio del amor nada se pierde”.
- Estas claves que nos da este Evangelio: “Ojos de asombro” y al mismo tiempo “ojos atentos y lúcidos”, este “confiar” y al mismo tiempo “trabajar”: ¿qué le dice a mi vida?; ¿A qué me está desafiando, ahí donde estoy?
“Dejarnos abrazar por Dios que es AMAR” |
- Sigamos cultivando esta experiencia de Fe en Jesús. Caminemos confiando que DIOS SIEMPRE ESTA. Su amor constantemente NOS ESTA INSPIRANDO para que entremos en esta dinámica que es amar y dejarnos amar.
- Con todo lo que venimos descubriendo y reflexionando, volvamos a escuchar la canción: “De la misma orilla”.
- Si necesitamos, comentemos lo que nos despierta ahora la canción a partir de todo lo que venimos rezando.
- Ahora los invitamos a hacer una oración aun más explícita. Traemos al corazón diferentes situaciones que estan resonando en nosotros, lo que esta pasando en nuestra familia, nuestro lugar, nuestro país, en la humanidad, con nuestra madre tierra…
- Después de un rato de silencio.
- Dejamos que brote una oración de acción de gracias… de petición… de perdón…
- Tambien, como nos pasa siempre… empezamos a traer la vida de los que estan frágiles, los que están enferm@s… aquell@s que han fallecido, que han vivido su pascua.
- Junto con Jesús decimos: “Padre-Madre nuestro...”
- Terminemos rezando con la oración de Mauricio Silva, cura Uruguayo Barrendero de las Calles de Buenos Aires. Detenido y desaparecido hace 47 años, el 14 de junio de 1977. Mauricio como Jesús cree que “en lo pequeño habita tanta inmensidad” y que en “el misterio del amor nada se pierde”. Recemos con su oración: “Yo se que Tú estas”
Señor, yo sé que Tú estás en la fe luminosa
de una noche de estrellas. Señor, yo sé que Tú estás
en un día radiante de azul y de sol. Tu estas..., Tu estás.
Yo sé que Tú estás, en la espera gozosa
de un niño que viene, de una carta que llega,
de un amigo que vuelve. Tú estás, Tú estás.
Yo sé que Tú estás en el inmenso amor
de unas manos que abrazan y en el puro cariño
del beso que me dan. Tú estás... tú estás.
Mas también sé que estás en la fe desprovista y desnuda
cuando un día y otro día le cuenta su rutina
de trabajo y pobreza y mi alma se hunde en tiniebla total.
Yo sé que Tú estás, cuando la esperanza es cuesta empinada,
la cumbre es incierta y las fuerzas muy pocas. Tú estás. Tú estás.
Yo sé que Tú estás cuando amar es
un surco humilde y oscuro, que reclama al grano ser fecundo
y morir en soledad. Tú estás. Tú estás.
Yo sé que Tú estás,
Señor que te creo,
Señor que te espero.
Señor que me amas.
Tú estás.
Amen
Que el Espíritu nos de coraje para ponerle el cuerpo a esta oración.
Estamos contentos de poder ofrecerles esta celebración.
L@s abrazamos Federico cp, Gilberto cp y Carlos cp
Les proponemos para seguir profundizando... |
-Los invitamos a escuchar: Nº 24 “Como un grano de mostaza”.
-Les recomendamos como siempre buscar los comentarios de José A. Pagola y otros.