Por Marcelo Aptekmann

Shalom. 

El Domingo 7 de Julio en las iglesias se leerán varios fragmentos de textos bíblicos. Es el caso de los versículos del libro del profeta Ezequiel, en los que la Palabra que le llega al profeta es: Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos. (Ez 2: 2-5).

Estas palabras nos ponen ante un problema humano de todas las épocas; ¿qué consuelo puede encontrar quien es menospreciado, pese a que actúa con un fin noble?  Una respuesta nos llega en la voz del Salmo 122 (que en algunas biblias es el Salmo 123).

A ti que habitas en los cielos.

He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores,

Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,

Así nuestros ojos miran a nuestro Dios,

Hasta que tenga misericordia de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de nosotros,

Porque estamos muy hastiados de menosprecio.

Hastiada está nuestra alma

Del escarnio de los que están en holgura,

Y del menosprecio de los soberbios.  (Sal122:1-4)
Las siguientes lecturas del Leccionario dominical presentan el mismo problema, de diversas maneras. En la 2ª epístola de San Pablo a los Corintios encontramos que al apóstol le fue dado… un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera… Aunque 3 veces San Pablo le rogó al Señor que se lo quite, finalmente se somete y acepta la realidad que le toca vivir: por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte(2Cor 12: 7-10).

Hasta el mismo Jesús, cuando regresa a Su terruño, se encuentra con que algunos de los que le oían enseñar en la sinagoga, murmuraban: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?  (Marcos 6: 1-6).

 

Celebro que la tradición cristiana haya hecho propios los Salmos y los incluya entre sus sagradas escrituras, porque en ellos hay respuestas profundas a las grandes cuestiones de la experiencia humana. También el pueblo judío ha recibido de nuestros ancestros esta colección de cantos, y tienen un lugar central en la liturgia judía. A través de los Salmos oímos la voz humana del arbusto que arde (e ilumina) sin consumirse. Estos poemas bíblicos son un reservorio de recursos espirituales para tiempos difíciles. Para cuando la tristeza y la pérdida nos dejan sin palabras. Cuando abrumados, o confundidos, o cuando profundamente agradecidos, o reflexivos, sentimos que nuestras palabras se quedan cortas y no transmiten lo que necesitamos decir.

Aquellos que sufren, así como aquellos que los cuidan, pueden encontrar en los Salmos nuevas formas de comunicarse, nuevas herramientas para hablar y relacionarse. Durante siglos, los judíos (y otros) hemos recurrido a los Salmos en busca de consuelo, guía y catarsis, porque reflejan una amplia gama de experiencias: ira y aceptación, queja y consuelo, desesperación y deleite, fatiga y fe. Al acercarse a ellos espiritualmente, muchos han encontrado palabras que les sirven, o que les ayudan a descubrir sus propias palabras, antes inaccesibles. A pesar de que el lenguaje o las imágenes pueden inicialmente parecer extraños, quien profundiza en ellos suele encontrar mas de lo que buscaba.

Los Salmos son parte de la liturgia judía, de los servicios de oración de la mañana, la tarde y la noche; pero nuestra tradición hizo de los Salmos un recurso muy "flexible", animándonos a recurrir a ellos cuando los necesitemos Por eso, aunque algunos de ellos están asignados a ciertas coyunturas (por ejemplo, desde el domingo hasta el Shabat recorremos los Salmos 24, 48, 82, 94-5, 81, 93, y 92 como el "Salmo del Día"), siempre podemos recurrir a los salmos como fuentes "ad hoc" de apoyo. 

Hace dos mil años, los levitas cantaban los Salmos en el Templo de Jerusalem de manera no muy diferente a cómo hoy algunas congregaciones judías dan la bienvenida al Shabat cada viernes por la noche (cantando los salmos 95-99), alabando la belleza de la naturaleza y culminando en el Salmo para Shabat. Los salmos pueden escucharse en muchos momentos de la vida: junto a la cama de los enfermos, en la bendición después de las comidas, en los funerales, y en muchos otros lugares. Sirven para ayudar a expresar tanto nuestra alegría como nuestra desesperación, nuestra gratitud y nuestra angustia. Cantan la vida y, por supuesto, sus "altibajos". 

A lo largo de los siglos, ciertos salmos se asociaron con momentos particulares de la vida, por ejemplo:

Para tiempos de angustia comunitaria: Salmos 20, 28, 85, 86, 102, 130.

Para la recuperación de una enfermedad: 6, 30, 41, 88, 103.

Para acción de gracias: 9, 21, 57, 95, 116, 138 

En la tradición Judía los Salmos se pueden usar como fuente de expresión regular, para marcar ciertos momentos, ya sea en un contexto establecido, tradicional y comunitario, o en el propio tiempo y lugar personal e innovador. Por ejemplo un grupo judío de apoyo psicoterapéutico puede comenzar cada reunión con un salmo de desesperación o queja (como el 13, 77 u 88) y terminar con uno de gratitud (como el 18, 91 o 118).

También se les suele poner música para hacerlos canción. Y también se los puede usar para la Meditación. Cuando encuentre Usted que un Salmo le hace vibrar en armonía, que tiene significado para usted, es posible que quiera concentrarse en ese Salmo durante un tiempo. Las palabras de los salmos pueden ser una herramienta valiosa para reenfocarse, centrarse y aquietarse.

Algunas personas publican un versículo, una frase o una palabra en la pantalla de la computadora de su oficina para poder consultarla libremente en el transcurso de un día de trabajo; Otros hacen su grabación de audio para poder reproducirla mientras están sentados en un entorno tranquilo y sin molestias.

Una práctica judía tradicional es organizar a los miembros voluntarios de una comunidad judía en una Hevra Tehilim, una "Fraternidad de Salmos", que se reúne con cierta regularidad para estudiar o cantar juntos los Salmos. A veces, cuando un individuo está enfermo, la comunidad divide los 150 salmos entre todos sus miembros, de modo que todo el Libro de los Salmos se lee y se dedica diariamente a la curación, sanación, fuerza, consuelo y/o recuperación. La comunidad es un componente esencial de la sanación judía.

Con el tiempo, a medida que ciertas palabras o frases del Libro de los Salmos se vuelvan especialmente significativas para Usted, puede considerar la posibilidad de entretejerlas en su discurso, de modo que esas palabras antiguas refuercen su capacidad de sanar e integrar. La fuerza de los salmos reside sustancialmente en lo que el lector aporta a las palabras e infunde en ellas. Los salmos son un catalizador para la liberación y el ofrecimiento de nuestros deseos, oraciones, y percepciones profundamente arraigados.

Buena Semana!  

Shalom Shalom!!

Last modified: Friday, 5 July 2024, 6:42 AM