Marcelo Aptekmann

Shalom.

Este Domingo 15 de Setiembre en las Iglesias leerán litúrgicamente: 

Jesús salió con Sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a Sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy Yo?». Le respondieron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas». Él les preguntó de nuevo: «Pero ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?». «Tú eres el Cristo», le respondió Pedro.  Y Jesús les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie (Marcos 8: 27-30).

Hasta aquí, Jesús parecería ser simplemente un ser humano que –consciente del peligro- les advierte a Sus discípulos que no hablen de Él, para evitar el riesgo de ser crucificado por los romanos. Pero a continuación el texto del Evangelio da un giro sorprendente.

Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar. Y les decía estas palabras claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprender a Jesús Pero Él volviéndose y mirando a Sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: «¡Quítate de delante de Mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres (Marcos 8:31-35).

Él les explica claramente a los apóstoles que Su destino es ser humillado y que debía ser muerto, y después de tres días resucitar. A San Pedro lo califica de Satanás por objetar eso que, para Jesús, no deberá -ni puede- ser impedido; porque esas son cosas de Di-s, y no de los hombres (Marcos 8: 35b).

¿Por qué elijo reflexionar sobre este fragmento del Evangelio (Marcos 8: 34-35)?

Porque suscribo lo que dice el Papa Benedicto XVI en su obra “Jesús de Nazaret”, cuando rechaza la culpa colectiva de los judíos en la condena de Jesucristo y reconoce que esa interpretación ha tenido consecuencias fatales para ese pueblo durante siglos. La idea de una culpa colectiva de los judíos, que hizo que muchos nos vieran como el pueblo deicida, se basa en la interpretación de que Judas lo traicionó.

En el Evangelio de Marcos (8:35) veo una puerta hacia otra interpretación posible (y a mi entender sanadora), y por eso escribo esta breve introducción al tema, inspirado en las enseñanzas que el Sr Yoel Ben Arye ha compartido conmigo (en varias comunicaciones personales). 

Primero aclaremos que NO es lo mismo traicionar que entregar. Un Papá que escolta a su hija -la novia- al altar ¿la traiciona, o la entrega?

Sabemos que a las multitudes Jesús les habla mediante parábolas, pero que después de despedida la gente (Mateo 13:36), a Sus discípulos les explicaba todo claramente (Marcos.4:33-34).  Si claramente les dijo de Su intención de ofrecerse en sacrificio redentor, ¿en qué sentido es traición de un discípulo aceptar que el Maestro haga lo que Di-s ha dispuesto?

¿Por qué algunos cristianos –incluso hoy en día- interpretan que Judas traicionó a Jesús? La interpretación de que uno de Sus apóstoles traicionó a Jesús, en realidad no es parte del credo cristiano, pero durante siglos ha enmarcado y acompañado la enseñanza del credo, como parte de la tradición interpretativa cristiana.

Sin embargo, la primera lectura del Leccionario nos orienta sobre cómo podemos interpretar el texto del Evangelio. Comienza diciendo: El Señor me abrió el oído, y yo no me rebelé, ni retrocedí.  Di mi cuerpo a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro cuando me injuriaban y escupían (Isaías 50: 5-6…). No me rebelé, ni retrocedí significa que el profeta Isaías no se privó de transmitir La Palabra, a pesar de golpes y burlas. Se fortalece así la interpretación de que Jesús avanzó y no retrocedió ante Su sacrificio.

¿Es coherente con otras lecturas del Nuevo Testamento afirmar que Jesús eligió libremente Su sacrificio redentor, que por lo tanto no es consecuencia de una traición? ¿Es la crucifixión parte del plan salvífico de Di-s? ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotrosEl que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, (Romanos 8:32). Según entiendo estos versículos de San Pablo, aunque sea Judas quien lo entrega en la tierra, es Di-s quien lo entrega en el cielo.

Por otra parte, en el monte de los Olivos, Él pudo haber huido y no lo hizo. Y cuando es capturado Él no se resiste e impide actos de resistencia por parte de sus discípulos, pese a que ellos realmente tenían capacidad de lucha y posibilidades de salvarlo de la cruz. Sus discípulos estaban advertidos de que Su sacrificio es parte del plan divino de salvación y por eso se contuvieron de actuar -con excepción de Pedro que actúa, nuevamente, contra la voluntad de su maestro-.

Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto (Lucas 22:21-23) Acaso ¿desconfiaba cada uno de Sus discípulos de todos los otros? ¿No es mas coherente pensar que cada uno de ellos consideró la posibilidad de ser él el elegido para la dolorosa, terrible, misión de cumplir Su voluntad y entregarle?

Shalom Shalom!

 

Last modified: Monday, 9 September 2024, 8:19 PM