Marcelo Aptekmann

 

Shalom. 

Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano (1 Reyes 17: 11b). La primera lectura –según el Leccionario- que se leerá en las iglesias el próximo Domingo 10 de noviembre, narra que el profeta Elías le pide un poco de pan de su mano a la misma mujer (pobre y viuda) que ya había ido a buscar un poco de agua en un vaso para él. Resalto que no le pidió meramente algo de pan, sino que le pidió que lo trajese en su mano.

¿Por qué elijo resaltar este fragmento?

Porque ilumina a la lectura del Evangelio correspondiente a ese día desde la perspectiva de la tradición judía. El fragmento del Evangelio según San Marcos, que será leído poco después, en el mismo servicio religioso, narra que Jesús, cerca de la caja de las ofrendas del templo, observó que muchos ricos echaban grandes cantidades, y Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas (Marcos 12: 42).

La enseñanza de Jesús a sus discípulos, está en lo que les dijo: Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan (Marcos 12:43).  La primera explicación nos la da el mismo Jesús: "ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir" (Marcos 12:44). 

Aunque en la tradición judía se enseña que es muy importante cuánto da una persona, y que es muy meritorio que alguien que tiene poco no deje de ser caritativo, la primera lectura insinúa otra enseñanza de Jesús, que refiere a un aspecto de la tradición judía que puede pasar desapercibido para quien no la conozca vivencialmente.

Parecería que lo que el libro de Reyes señala como meritorio es la fe de la viuda que dio de comer al profeta Elías, porque él profetizó para ella: Porque el Di-s de Israel ha dicho: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías (1 Reyes 17: 14-16).

Pero, a mi entender, otra clave importante para entender la importancia que Jesús le da al donativo de la mujer es que lo da con su mano. Se involucra humanamente. 

La generosidad material, y la confianza en Di’s son importantes, pero la primera lectura habilita que pongamos el énfasis en que el amor a Di-s es inseparable del trato cálido y respetuoso que le debemos a nuestro prójimo.

Los actos de bondad nos animan a ir más allá de nosotros mismos al apoyar a los demás con compasión y cuidado. Los pequeños gestos pueden significar mucho hoy en día: ver cómo está un amigo, llamar a un padre o abuelo con el que no estás de acuerdo políticamente pero que amas profundamente, ser voluntario en la comunidad, o simplemente estar ahí para los necesitados, pueden tener un profundo impacto. Realizar actos de bondad es una puerta siempre abierta hacia el camino a ser mejor persona.

En la tradición rabínica los gestos personales de bondad –en hebreo se denominan Guemilut jasadim- son considerados uno de los tres pilares que sostienen al mundo ( Avot 1:2) y que tienen la peculiaridad de que por más que nos esforcemos, nunca podremos excedernos y hacerlos en demasía. 

Una ilustración bíblica de este tipo de buena acción que va más allá de la letra de la Leyque no es obligatoria pero que corresponde realizar, es cuando el patriarca José cumple con satisfacer el deseo de su padre y no lo entierra en Egipto (Gen 47:29).

Lo más parecido a la Guemilut jasadim que encontramos en la Biblia son los gestos de jésed, que en general son los de camaradería fraternal y de la lealtad que una de las partes de un pacto debe rendir a la otra. Se caracterizan por la reciprocidad, la amistad, la fraternidad, la lealtad y el amor, aunque usualmente el jésed es realizado solo por el socio más fuerte dentro de la relación mutua.

En la tradición rabínica (post bíblica) ya desde los días de Jesús (y hasta nuestros días) la Guemilut jasadim (literalmente: el otorgamiento de la bondad amorosa) es la más completa y fundamental de todas las virtudes sociales judías, que abarca toda la gama de los deberes de consideración compasiva hacia el prójimo. 

La primera declaración de un rabino registrada por el Talmud, la máxima de Simeón el Justo, lo menciona como uno de los tres pilares del judaísmo (son: el estudio de la Torá, el servicio del TemploGuemilut jasadim"). De estas tres cosas depende la continuidad de la existencia del mundo" (Avot 1:2).

Se encuentre entre las cosas que no tienen tope en este mundo y que el hombre disfruta de sus frutos en este mundo, mientras que el árbol le queda en el mundo venidero. Es decir que su práctica proporciona satisfacción en este mundo, mientras que se considera una virtud para él en el Día del Juicio. Esto, dicho sea de paso, es una excepción a la regla general de que el placer en este mundo es a expensas de los bienes espirituales.

El Talmud de Jerusalén (Pe'ah 1:1, 15b) diferencia entre Guemilut jasadim expresado en servicio personal ("con su cuerpo") y con los bienes materiales de uno. Sostiene que sólo el primero es ilimitado en su alcance, mientras que el segundo está limitado por la regla general de que uno no necesariamente debe gastar más de una quinta parte del valor total de sus posesiones en buenas obras. La versión del libro de oraciones explica que la Guemilut jasadim se puede expresar (entre otras expresiones de simpatía y bondad) como hospitalidad a los caminantes, visitar a los enfermos, dar dote a la novia y asistir a los muertos hasta la tumba".

Guemilut jasadim abarca una gama más amplia de bondad humana que la caridad: La caridad sólo se puede dar con el dinero de uno; Gemilut Ḥasadim, tanto por servicio personal como con dinero. La caridad sólo se puede dar a los pobres; Guemilut jasadim, tanto a ricos como a pobres. La caridad sólo se puede dar a los vivos; Guemilut jasadim, tanto a los vivos como a los muertos (Talmud: Suk. 49b)

Por lo tanto, un regalo dado con el ceño fruncido a un hombre pobre puede ser caridad; pero la misma cantidad dada con una sonrisa y una palabra de buen ánimo lo eleva al nivel de Guemilut jasadim. Casi en tono de humor, los rabinos señalan que el único ejemplo demostrable de gemilut ḥasadim genuinamente altruista es el respeto a los muertos, ya que en él no existe el pensamiento tácito de que el destinatario pueda corresponder algún día.

Para la ética rabínica, quien niega el deber de Guemilut jasadim, niega el fundamento del judaísmo (Eclesiastés Rabá. 7:1). Sólo aquel que lo practica es considerado apto para ser miembro del pueblo judío (Talmud: Yevamot 79ª). Por estos motivos el estudio de cómo dar caridad de modo que además sea Guemilut Jasadim es una de las cuestiones fundamentales en el estudio del Musar, la ética rabínica que mencionamos hace algunas semanas en este blog.

Darle pan a un hambriento es ya por sí mismo un gesto importante, necesario, fundamental. Darlo cuando parece que no sobra, es doblemente meritorio. Darlo después de haberlo preparado con amor, al rescoldo del amor, y entregarlo en mano acompañado de una sonrisa empática, es Guemilut Jasadim. Es lo que –en la tradición interpretativa judía- narra la primera lectura, que quizás sirva para orientarnos sobre cómo interpretar el Evangelio.

Que nuestro creador te bendiga dándote la oportunidad de realizar muchos gestos de Guemilut Jasadim, y que te las ingenies para no desperdiciarlas.

Shalom Shalom!

 

Last modified: Friday, 8 November 2024, 8:28 AM