Aptekmann, Marcelo
Blog entry by Aptekmann, Marcelo
¿Un malentendido en la interpretación del Evangelio?
El Domingo 11 de Mayo, el Leccionario indica que en las Iglesias se lean varios fragmentos del nuevo Testamento, que culminan con la lectura de: Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y Me siguen, y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre. Yo y el Padre uno somos. (Juan 10: 27-30).
¿Por qué elijo este texto? |
Porque quiero compartir aquí una interpretación –que tiene en cuenta el contexto que a este fragmento le da el marco del Evangelio de San Juan- que difiere de la que desde hace muchos siglos propone la tradición interpretativa cristiana. |
Jesús habla de tres (3) rebaños diferentes
Ni es uno, ni son dos; se trata de tres rebaños distintos. Inicialmente el texto del Evangelio menciona a uno de los rebaños, Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí. (Juan 10:14). Es el versículo que constituye el núcleo del Aleluia, entonado inmediatamente antes de la lectura del Evangelio.
Es a este mismo primer rebaño, el Suyo - que Le fue adjudicado por el Padre- que se refiere el fragmento del Evangelio que después del Aleluya se lee el Domingo 11 en las Iglesias: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. (Juan 10:27-30)
El fragmento en el que se basa el Aleluya (Juan 10:14), y el fragmento de la tercera lectura (Juan 10: 27-30) hablan ambos de un mismo rebaño. Si en lugar de extraer esos versículos de su contexto leyéramos el texto entero, veríamos que entre 10:14 y 27:30 el Evangelio menciona a otro rebaño, que proviene de otro redil También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10: 16).
Hay dos tipos de ovejas que oyen Su voz: Las que le dio El Padre y las que no son del mismo redil que las Suyas, pero que en un futuro oirán Su voz. Lo que Jesús decía (con las palabras que recoge el Evangelio) es que en un futuro estos dos rebaños se unirán en un solo rebaño y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10: 16b). Pero cuando Jesús decía esto, todavía no había sucedodido esa unión. Como veremos, este es uno de los motivos por los que puede haberse producido un malentendido fundamental para comprender el sentido del magisterio de Jesús y también fundamental para el diálogo entre judíos y cristianos.
Al leer el texto del Evangelio, vemos que finalmente, poco antes del fragmento que se lee en las iglesias, Jesús menciona un tercer rebaño, diferente de los dos anteriores. Es de éste que Él dice: pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. (Juan 10:26).
¿Qué representa cada uno de los tres rebaños?
Considerando que Jesús dice Yo no he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. (Mateo 15:24), sería lógico suponer que las ovejas perdidas de la casa de Israel son a las que se refiere con Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Juan 10:27-30a).
El otro rebaño son las ovejas que son de otro redil, pero que en un futuro se unirán a las de Su rebaño y habrá un rebaño, y un pastor (Juan 10: 16b). Éstas son mas difíciles de identificar, a menos que se entienda que el redil del que habla la alegoría es el conjunto del pueblo Israelita.
El redil Israelita estaba dividido de muchas maneras: había Saduceos y Fariseos, helenizados y tradicionalistas, la casa de Israel (descendientes de los habitantes del diesmado reino del Norte) y la casa de Judá (los judeos, descendientes de los súbditos de la casa de Judá).
Las ovejas que El Padre le dio para que sean Su rebaño eran las ovejas perdidas de la casa de Israel. Es decir: los descendientes de los habitantes del desaparecido reino del Norte, que mayormente se habían volcado a los cultos helenistas y paganos y se habían salido de la Alianza con el Señor. Jesús vino para ofrecerles un camino de retorno al Padre (Juan 14:6). El camino de retorno al Señor de Israel que les ofrecía no era el de volver al culto judaico, era un camino nuevo, definido por el amor y la fe.
En esta alegoría de Jesús, el redil del que habla es el espacio que comparten la casa de Judá y los de la casa de Israel. Ambos rebaños conviven en el mismo corral, el mismo redil: Tierra Santa. Jesús fue enviado solamente para uno de estos dos grupos. Él fue enviado solamente para los de la casa de Israel, que se habían volcado a otros cultos y abandonado la fe en el Señor de Israel. No vino para los del mismo redil que todavía seguían apegados al culto Israelita, y por eso les dijo: pero vosotros no creéis, porque no sois de Mis ovejas, como os he dicho. Juan 10: 26
El tercer rebaño es el de Sus futuros seguidores provenientes de otros pueblos (son de otro redil). Acerca de estas gentes de otros pueblos es que dijo: También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (Juan 10:16).
De malentendidos construimos nuestras realidades
A mi entender Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. (Juan 10:6). Si lo hubiesen entendido de otro modo, otra hubiera sido la historia y otras hubieran sido las lecturas de la historia. Si se hubiese entendido que Su magisterio no era para los que seguían unidos en la práctica judía, sino solamente para algunos como Sus amigos Galileos y Saulo de Tarso (que era de la tribu de Benjamin: casa de Israel), quizás la manera habitual de leer el Evangelio sería hoy otra, mas cercana al amor a la parte judía de Jesús y sus primeros amigos.
Quiera el Señor iluminar el camino del Papa León XIV, de su grey, de toda la cristiandad y de todos hacia la Paz y la Verdad, en amor y respeto por la dignidad de cada vida.